sábado, 6 de agosto de 2005

Clueless

Hoy ha sido el día de las incertidumbres. Del no saber. Medio mareada por todas las cosas que me han pasado en el último tiempo, me doy cuenta de que debo reordenar mis prioridades. Pero no tengo idea ni siquiera de cuáles son mis prioridades. Qué triste. Ni siquiera sé cómo titular este post. Ni siquiera sé si prefiero tomar café o Coca Cola. Si voy a dormir o a navegar otro rato. Este tipo de momentos me descolocan más que las grandes crisis de la vida. Porque enfrentada a un verdadero problema, o a una genuina oportunidad, estoy segura de que alguna pista del camino a seguir tendría. Pero cuando hoy me levanté y tuve que comenzar a armar el pequeño puzzle de las rutinas cotidianas, me encontré llena de bruma mental.
El miércoles me llamó Forestín... estaba en otro lugar, así que sólo me quedó la llamada perdida. Llevo dos días pensando si llamarlo de vuelta o esperar a que vuelva a insistir. Si lo llamo, ¿será para hacerle una proposición indecente o sólo para charlar? Mis horas están contadas en este lugar, si quiero dejar algún cabo atado, tendré que hacerlo pronto. Pero, siendo sincera conmigo misma, lo que me asusta es la decepción. Pasa que nos conocimos en el fragor de una batalla, ambiente que da para construirse imagenes equivocadas, posteriormente idealizadas... música, oscuridad, mucho alcohol. Lo poco que conversamos fue casi maqueteado, el clásico diálogo del tanteo de terreno, donde uno se muestra ingenioso y encantador. Además, no sé nada de él. Sólo tengo un nombre y un número registrados en mi celular. No conozco su edad, su apellido, sus intereses, sus intenciones. Cuando hemos hablado por teléfono (dos veces) he intentado indagar más pero se ha mostrado misterioso y ha contraatacado con preguntas. Me carga que la gente conteste mis cuestinamientos con más de lo mismo. Sé que no estamos hablando de establecer un romance con el personaje en cuestión, pero... ¿Qué pasará cuando volvamos a vernos, a la luz del día, en circunstancias normales? ¿Será un sicópata? ¿Un pendejo? ¿Un imbécil? ¿Se decepcionará él de mí? ¿Me lo hará saber?
En fin, para qué les cuento. No estoy en mi mejor momento. Ni siquiera me gusta este post. Pero de eso se trata. De ser yo. En todas mis facetas. La monja, la puta, la niña, la mujer. La que sabe lo que quiere, la que sólo necesita que la abracen muy fuerte y le digan que todo va a volver a estar bien.

2 comentarios:

P dijo...

Por lo pronto no escuchar más Damien Rice... escuchar quizá música en vivo.

Derrepente y hasta te gusta Saiko y lo vas a ver hoy en la noche en La Batuta.

Pero no. No lo llames. Menos si lo conoces tan poco.

Que llame él.

Obvio que vuelve a llamar, y sino mejor.

Pa qué vas a tomar decisiones por cosas (léase hueones) que ni siquiera sabes si valen la pena.

Tu pena.

Pedro



pd: escucha it's for you de un grupo Out Hud...

Lautaro dijo...

yo lo llamaría. miento, soy más cobarde. pero usted hágalo, por último con la excusa de que estaba la llamada perdida. la edad y el apellido dan lo mismo, lo demás que dijiste obvio que sí y debería responderte sin hacerse el misterioso. si es muy misterioso me queda claro que lo único que quier es sexo, pero eso es en la dinámica gay, no cacho si en el subsistema tuyo eso es así.
sombrita! ya te linkié! y a voikot también (para más detalles lea mi blog). es fácil hacerlo. en http://ayudaparatodos.blogspot.com (creo que es esa la página) explican cómo hacerlo.
bear hug,