martes, 29 de noviembre de 2005

Welcome to this World

Teléfono hace diez minutos. El Pelao.
- Sombra, voy a ser papá hoy.
- ¿Cómo? ¿No era la otra semana?
- No, voy saliendo a la clínica.
- ¡Chuta!
- Sombra...
- ¿Qué Pelao?
- Estoy nervioso...
- Es normal, Pelao. Pero no te preocupí. Va a salir todo de pelos. Vas a ver.
- Oye...
- ¿Qué?
- ¿Me vení a acompañar?
- Obvio.

Eso. Voy saliendo a la clínica. El trabajo, el blog, la familia, mis propios problemas y urgencias van a tener que esperar. Por lo menos hasta que le demos la bienvenida como corresponde a la criatura. Después les cuento cómo nos fue a todos.

lunes, 28 de noviembre de 2005

De boliche en boliche...

Primera vez que me siento frente a la pantalla en tres días...
Hace demasiado tiempo que no tenía un fin de semana de estos. Dormir de día, bailar, reír y bailar otro poco por la noche. Acostarse con los pajaritos cantando, tan cansada y feliz que soñar no se hace un problema como otras veces. Tan llena de recuerdos, anécdotas y buenos minutos, que al momento de cerrar los ojos, lo hago con una gran sonrisa en mi rostro.
Ni tiempo tuve de pensar en el trabajo, los deberes, las cosas que me han ocupado la memoria y el afán durante tantos y tantos días.
Puros saldos positivos:
- Tuve una conversación de aquellas con mi hermana.
- Salí a bailar con la Isa y lo pasamos tan bien que tenemos que repetirlo lo antes posible. Nos encontramos allá con más gente que no veíamos hace tiempo, y la hora se nos pasó volando en la pista de baile, botando todas las malas ondas y el estrés.
- Estuve con mis queridos primos y bailé "como una pelota saltarina" con mi padre en un matrimonio familiar, sorprendentemente, muy entretenido (considerando la presencia de mis tías y tíos, todos ellos muy estirados y fomes). Mi acompañante resultó ser un tiburón en lo que a viejas lateras se refiere, y todas quedaron enamoradas del "niñito tan dije que trajiste".
- Almorcé relajadamente en el campo de una compañera de trabajo, bajo los árboles, con la comida, la conversa y el ambiente más agradable que se pueda esperar.
- Comí hoy con algunos de mis amigos y la amena charla duró hasta hace un rato, cuando dejé en su hogar al único de ellos que no puede manejar. Después, obviamente, de que terminamos de arreglar el mundo en la puerta de su casa por una exquisita e íntima hora extra.
- Tengo una nueva canción favorita: se llama You´re beautiful, de James Blunt. La he escuchado por lo menos cien veces en dos días. Gracias James. You´re beautiful too.
No sé cómo voy a llegar viva al viernes, día en que tengo que retomar el "estresante" ritmo de carrete: se casa un compañero de trabajo. No tengo idea de con quién voy a ir, pero me da un poco lo mismo. He descubierto que la vida puede cambiar, para bien o para mal, en menos de dos días. Y faltando cinco para el evento, ¿para qué estresarme? Mejor me voy a acostar, gozando de los nuevos recuerdos que se han grabado en mi disco duro, borrando parcialmente el agotamiento, la lata y el sentimiento de estancamiento que me tenían más que apestada.
Borrón y cuenta nueva, Sombra de Mí.
La primavera ha llegado para instalarse y dedicarse a ser feliz.

miércoles, 23 de noviembre de 2005

Primavera, verano, otoño, invierno... y primavera otra vez

Pensar que ya me había despedido del invierno.
Parkas y bufandas relegadas a lo más profundo del clóset, estaba resignada a derretirme poniendo la mejor de mis caras. No lea mal, me gusta el verano. Los días largos, las piscinas y la fruta, sentarse en el jardín o reunirse en torno a la parilla para conversarse una cerveza bien helada...
Pero la lluvia... la lluvia es otra cosa. Hoy amaneció el cielo gloriosamente encapotado, y a la hora en que salí de mi casa, algunos gruesos goterones anunciaban lo que se aproximaba.
Llegué al trabajo tan feliz que algunos pensaron que me había ganado el kino o que estaba pololeando (la gente siempre asocia la felicidad a estas dos primeras variables, qué loco).
Como a las tres de la tarde tuve la suerte de salir al exterior, y presencié el mejor espectáculo de los últimos tiempos. El cielo, más azul que nunca. Enormes nubes como ovejas. Una brisa que hacía bailar las hojas de los árboles produciendo ese ruido tan característico que pareciera que te envuelve. Los cerros como que querían comerme, de puro cerca que se veían. Respiré bien profundo, sacando pecho, como si fuera a gritar con todas mis fuerzas. La lluvia se había llevado el perfume artificial de la ciudad y me había dejado esa increíble mezcla de tierra, pasto, agua, vida...
Corrí adentro. "Oye, vengan a ver acá afuera" "¿Qué onda, Sombra?" "Na po... el cielo está la raja". Los pocos que se dignaron levantar las cabezas de sus escritorios, suspiraron como tratando de justificarme, pobrecita la cabrita que ha estado sometida a tanto stress, entendámosla, y volvieron a lo suyo.
Saqué una silla para afuera, mi reproductor mp3 infaltable, y me instalé cual lagartija al sol, con Silvio Rodríguez en mis orejas, a gozar del minuto. El primer minuto de ocio laboral que me dedico en ene tiempo. Porque no fue más que eso. Sin darme cuenta estaba cantando a todo pulmón....
Al final de este viaje en la vida quedarán
nuestros cuerpos tendidos al sol
como sábanas blancas después del amor...
(...)
quedamos los que puedan sonreír
en medio de la muerte, en plena luz...
De repente, una especie de sexto sentido me hizo abrir los ojos. Frente a mí, el Pelao se ahogaba de la risa y me apuntaba con el dedo: "¡¡La cagaste pa desafinada!!"
No me quedó otra que sacarme los audifonos y reírme con él... no sin antes acercarme bien rápido, pegarle un buen empujón por desubicado, y correr, más rápido que el viento, previniendo su inevitable venganza de deportista rudo y amigo un poco bruto.

martes, 22 de noviembre de 2005

Corazones rosados

Hoy encontré miles de corazones rosados sobre mi escritorio...
Sobre mi agenda
Bajo mis papeles
Dentro de mi cartera
En la taza del café

¡Los quiero a todos!

Gracias...

Porque saben cúando y cómo los necesito...
Porque hacen más felices mis días de trabajo...
Porque son una verdadera familia para mí...
Porque me conocen tan bien....
Porque al principio pensé que era una broma, pero nadie se rió...

¡Me doy cuenta de todos los motivos que tengo para ser infinitamente feliz!


Highlight del día...

Cuerpo y Alma, de Pedro Aznar

Alma al aras alas que pasan
del ave que en vuelo anda
ama el alma en mantra

Alma del lugar noche y fogata
hazte luz y el fuego en llama
llama al alma y canta

Canta - canta y ama vive en cuerpo y alma
Canta - sol de la naturaleza llama

Alma que al tramar tramas en mantras
haz que el luz aves alas as
salve al cuerpo y alma

Alma nombre a Dios o al que es amigo
fiel en sí y a uno mismo
voz del cuerpo y alma

Canta - pensamiento y ama el alma en mantra
Canta - que en el cuerpo un templo guarda al alma

El día que (increíblemente) pensé nunca iba a llegar

La paciencia nunca ha sido una de mis virtudes.
Cuando quiero algo, lo quiero, y ya.
La vida, la experiencia y las circunstancias me han obligado a ejercitarla, pulirla, alimentarla.
Esperar, por lo que anhelo llegue, o se termine, se me hace siempre eterno y agotador.
Así comenzó todo.
Como un proyecto laboral paralelo a mis rutinas diarias.
Más de tres meses.
Trabajando hasta las tres o cuatro de la mañana.
Después me enteré de que mi tarea, en otros lugares, nunca es asignada a menos de cinco personas a la vez.
Me & myself.
Cuatro kilos más.
Pulmones evidentemente negros y enfermos (toses nocturnas reiteradas).
Accionista número uno de la Coca-Cola y de Nutella.
Espinillas cual treceañera.
Pesadillas y despertares abruptos en la mitad de la noche.
Infinitas escaleras subidas corriendo, bajadas saltando (milagrosamente, ilesa).
Campeona mundial de los cien metros planos en todo tipo de terrenos.
Amigos taimados por mis reiterados desaires telefónicos, paseísticos, carretísticos, cotidianos.
Una pieza que parece campo de batalla.
Y hoy, que todo ha terminado por fin, me parece que retomar mi vida normal es más pesado de lo que debiera.
Lista eterna de gente a la que llamar, ir a ver, comprar regalos, felicitar con semanas de atraso.
Rumas de ropa para guardar.
Miles de temas pendientes por conversar.
Me convertí en una especie de ermitaña. Inubicable, inabordable.
Y es que igual me acostumbré a estar sola, en mi pieza o en mi oficina, enfrascada en el computador.
Y es que estoy contenta con el fruto de mis sudores, por caro que me haya salido.
Y es que estoy impresionada, enormemente impresionada, de lo que soy capaz de hacer cuando estoy bajo una gran motivación/presión.
Aprendí mucho.
Crecí bastante.
Y, lo que más orgullosa me tiene, (casi) nunca perdí el optimismo o la sonrisa. No me convertí en bruja, histérica, enferma de los nervios o mini-dictadora.
Claro, hubo momentos en que la pera me tiritó un poquito. De rabia, de nervios, de angustia. Pero en general logré acotarme. Gran tema, dado que otro de mis grandes defectos ha sido siempre un genio levemente fuerte. Una sola vez me desbordé. Pero para qué hablamos de eso, si ustedes ya lo saben.
Hoy me dediqué una pequeña celebración.
Bajé los vidrios de mi auto hasta el tope, puse la radio a concho, y me vine a mi casa, cantando a todo pulmón, mis canciones favoritas del momento.
Cuando llegué a mi casa, subí los vidrios, apagué la radio y me pregunté:
¿Por dónde empiezo ahora?
¿Qué rayos voy a hacer con tanta libertad?
Ya se me ocurrirá algo...

domingo, 20 de noviembre de 2005

Aristocracia, Fortuna y Poder

Aristocracia, Fortuna y Poder, son tres hermanas que lo tienen todo. O casi todo.
Rubias, bonitas, apellidos con hartas erres y reminiscencias a nombre de viña importante. Casa en la Dehesa (¿o debiera decir mansión?), auto último modelo a la puerta, perro con un pedigree imponente, campo gigantesco en el sur. Ejército de nanas y mozos. Pantalla de plasma en la salita de juegos. Sus padres triunfan en sus respectivos trabajos, y salir en la vida social de la revista Cosas ya es algo trivial para ellas. Lo mismo que veranear en el extranjero.
Aristocracia, Fama y Fortuna son chicas que se educaron en un colegio donde eran una más del montón, semillero de dueños de empresas y conductores de BMW. Con sus notas mediocres saltaron directo al lugar que les correspondía, una universidad privada donde se repitieron muchas de las caras que solían ver en uniforme.
Aristocracia, Fortuna y Poder miran por sobre su hombro a casi todos aquellos que se les acercan. No les tiembla la voz cuando mandan a alguien, fueron criadas para gobernar. Están acostumbradas a lavarse el pelo en peluquería, a hacerse las manos y los pies, a lavar todas sus prendas en la tintorería. La ropa que tienen proviene de Nueva York, lugar al que viajan por lo menos una vez al año para renovar su clóset.
Creo que nunca en su vida han visto una mediagua de cerca, ni han conocido la palabra pobreza más que en la televisión de alta definición que usan para asomarse al mundo real sin percibir sus colores, olores y sabores, repugnantes para ellas.
Conocí a estos tres ejemplares por casualidades de la vida. Alterné por un tiempo con ellas, pero no nos pudimos hacer amigas. No había por donde. Y eso que según mi madre, que le da mucha importancia a estas cosas, hasta parientes éramos.
Ellas representan todo lo que aborrezco de un mundo que me parece de plástico.
Y sé que como ellas hay muchas.
Por eso me alejé, más que apurada. No quiero contaminarme con un mundo que no me interesa. Que sean ellas felices en él. O que crean ser felices. En aquel lugar que ellas piensan que es el mundo.

jueves, 17 de noviembre de 2005

Cecilia

Nunca imaginé que iba a encontrar a una de las personas más importantes de mi vida en un formato tan particular.
La Cecilia trabaja conmigo hace cuatro años, y a primera vista no tenemos nada más que una profesión en común.
Ella tiene once años más que yo. Es ultra conservadora, católica de rosario diario y novena al padre Pío. Ha tenido una vida de mierda, en la cual nada ha salido fácil y con detalles escalofriantes dignos de capítulo de Mea Culpa. Tiene un hijo de tres años que es su única alegría y un ex marido que mejor ni les cuento. Sufrida. Esforzada. Trabajadora. Y además, divertida y cándida como niñita chica. A la Cecilia es fácil impresionarla, fácil divertirla, fácil emocionarla, fácil embromarla. Transparente como ella sola. Plácida y equilibrada como una roca. En resumen, todo lo que no soy yo. Quizás por eso nos llevamos tan bien.
La admiro profundamente en lo laboral.
Le agradezco sinceramente sus cuidados maternales.
Le reconozco lo mucho que ha hecho por mí desde que tuvo la "desgracia" de conocerme.
Llegué a su vida como un torbellino, con mis garabatos, mis irreverencias y mis anécdotas divertidas, vergonzosas e irrelevantes. Sobre su hombro he llorado mis penas de amor, mis peleas de malcriada, mis rollos de mina. Es, en pocas, y quizás trilladas palabras, mi cable a tierra.
Siendo ella mucho mejor que yo en todo, más inteligente, más sabia, más experimentada, mucho más bienintencionada y atinada, me encuentra una persona notable. Su único pecado, para mi gusto.
- Pucha Cecilia, tú estás loca. Yo cacho que es por todo lo que me quieres. Pero reconócelo. De notable, nada. Tengo que aprender de ti a ser más señorita, más calmada, reflexiva y buena persona.
- Na que ver, Sombra. Tú eres lo que yo quisiera ser, lo que debiera haber sido. Muchas de las cosas malas que me han pasado en la vida han sido por no haber vivido más. Haberlas cagado más. Además, ¡pucha que me río contigo!
Sí. La Cecilia es la que me da ideas para hacer maldades. La que escucha mis condoros y más encima me los celebra. La que me aconseja, me controla y también me motiva. Con una generosidad infinita. Porque no debiera importarle ni un comino si el gallo que me gusta me llamó o no, cuando su vida se cae a pedazos. Pero ahí está. Se sienta, me mira profundo a los ojos y me tira:
- A ti te pasa algo. Echa afuera.
Me conoce y detecta mis estados de ánimo como si fuera bruja, habilidad que contrasta fuertemente con su despiste crónico en casi todo lo demás, pues siempre llega atrasada a todas partes, nunca cacha lo que pasó y le llegan las copuchas cuando son vox populi y perdieron toda sabrosura. Con solo mirarme, detecta mis alegrías y mis penas. Mis vacíos y oscuridades. Se acuerda de todo lo que le cuento, a pesar de tener más de mil cosas mucho más importantes en la cabeza.
Paradojas de la vida.
Cada vez que nos separamos, la Cecilia, muy seria, me pide:
- Sombra... reza por mí.
- No, Cecilia: ¡reza tú por mí!
Tú ya te ganaste el cielo, y desde allá, vas a tener que hacer un lobby enorme para tener la posibilidad de sentarnos juntas en una nube, con las patas colgando, a reírnos de todas las brutalidades que se me ocurre contarte siempre para alegrarte.

miércoles, 16 de noviembre de 2005

Evoluciones

Me está buscando.

Me anda persiguiendo.

Sí.

Uno de los deportistas del otro día quiere más de mí.

Ni cagando.

Aunque Shy me tenga loca con sus hueveos y sus amenazas de que le va a dar mi teléfono.

No quiero.

Sé para donde va la micro. Y me da lata.

Es que me cansé, me harté, me asqueé de este tipo de relaciones.

No quiero más que me digan cosas calentonas al oído. Que me roben besos que no quiero dar, y que me toquen manos que no he buscado.

No soy un pedazo de carne.

Quizás en un minuto de mi vida quise serlo. Buscando. Aprendiendo. Experimentando. Viviendo. Matando fantasmas difíciles de espantar.

Pero ya no.

Ya no hay fantasmas, ya no hay pasado, estoy en paz.

Y por eso mismo creo que puedo, seriamente, mirar hacia adelante sin prestarme para juegos que no necesito jugar más.

Eres bien difícil de satisfacer, ah? me dijeron...

Si pues. Soy difícil de satisfacer.

Porque ya aprendí lo que quiero y lo que valgo.

No quiero más a un hueón que me diga rrrica con ese tono horny que francamente me descompone.

No quiero más un hueón que se vista, cruce la puerta y del cual no vuelva a saber más.

Ni hueones que se preocupen más de pasarlo bien ellos que de mí. Que no me hablen. Que no me miren. Que no pregunten lo que quiero y lo que me gusta que hagamos, dentro de la cama y fuera de ella. Pero especialmente dentro de ella.

He quedado demasiado machucada. De cuerpo y de alma.

Porque esto muy juego será, pero igual cobra un precio.

Porque muy liberal seré, pero también soy mujer, y una cosa como genética en mí tiende a pensar en el sexo como un nexo más que corporal.

La hueona inconsecuente pensarán los que me han leído antes, desde hace tiempo.

No sé. Demás. Quizás la pendeja que ha madurado, la perdida que se ha centrado, la nublada que se ha despejado. Aunque sea un poco.

En todo caso me gusta esta nueva manera de pensar.

Me habla de más autoestima de mi parte, de más equilibrio, de un proceso que se ha cerrado para abrir paso a la estabilidad.

Sola o acompañada.

Y no es un tema moral ni religioso.

Es más bien que ahora tengo claro lo que quiero de un hombre. Sé perfectamente lo que puedo dar.

Si encuentro alguno que tenga lo que quiero, y quiera lo que tengo, bingo.

Por ahora, lo único que anhelo oír, es mi nombre, o mejor dicho, el diminutivo de mi nombre, en mi oído.

Con esa mezcla embriagadora de ternura, pasión y admiración que hace tiempo que no escucho.

Eso es, por lejos, lo mejor que a mi ego le podría pasar.

lunes, 14 de noviembre de 2005

Nudo en la guata, nudo en la garganta

Hace tiempo no estaba tan triste. Hace mucho nada me afectaba de esta manera tan feroz. Tengo un nudo en la guata enorme, y ganas de llorar como cabra chica.
Este fin de semana me pasó algo injusto, gratuito, inesperado y totalmente invasivo.
Yo, que soy pacifista y conciliadora, recibí un balde de caca en la cabeza. Y por el hecho de ser yo. Me carga pelear con alguien que quiero de esta manera, me carga más encima quedar así de afectada.

No quiero hablar más del tema, así que los dejo con un post que escribí hace un tiempo ya, y que apenas había publicado decidí borrar por llorón.
No contaba con la astucia de Eleutherio, que fue y lo guardó.
Me lo acaba de mandar, y como ando en la tónica quejumbrosa, lo vuelvo a postear.
Y esta vez si que no lo borro.


La princesa en su torre

Toda la vida he sentido que existen dos tipos de mujeres (bueno, hay más, pero simplificando hasta el extremo, y desde este punto de vista, dejémoslo en dos).
Por un lado existen las doncellas en apuros. Necesitan a un hombre hasta para cambiar una ampolleta. Les mata hacerse las tontas y dejar que el pelotudo transpire solucionando hasta los más mínimos detalles de sus existencias. Son pizpiretas, quejumbrosas, delicadas, rosadas, perfumadas, lloronazas y un cacho en situaciones extremas. Mujer adorno, les decía un amigo. Porque para lo único que sirven es para llevarlas del brazo como quien lleva una cartera bonita. Nunca saben nada, su frase más recurrida es: "Sí mi amor, como usté diga mi rey".
Y lo más trágico es que los hombres sucumben frente a sus demandas. Al parecer despierta al cavernícola que llevan adentro. O al caballero medieval ansioso de enfrentarse a los dragones.
En esta otra esquina tenemos a las mujeres autosuficientes. Achoradas las cabras. Aperradas, llevan su propia maleta, lloran solas en el baño, se relacionan horizontalmente con lo hombres. Si el pololo pesca, van a pescar con él. Si el pololo juega rugby, van al rugby con él. Si el pololo sube cerros, los suben con él. Y sin tacos, sin maquillaje, sin parafernalia ni carterita tamaño XS.
Me costó un mundo asumirme como una de las segundas. Porque no es fácil, en este país tan machista. Porque a veces también una necesita que la atiendan, que le abran la puerta, que la abracen y le digan que todo va a estar bien. Porque una, sin ser doncella, muchas veces también está en apuros. Porque usar zapatillas no nos hace menos femeninas. Porque no tenerle miedo al trabajo no hace que queramos asumir todo el bulto solas. Porque seguimos siendo mujeres, con todo lo bueno y lo malo que esto conlleva.
No me considero machista, tampoco feminista. Creo que ningún extremo es bueno en esta vida, que los extremos son para la gente poco inteligente que sólo sabe ver las cosas en blanco y negro. Sin matices. Por eso mismo sé que lo que acabo de describir es una caricatura, que se da en la realidad con infinitos matices y grados. Pero se da. Y hoy siento que me gustaría ser más Dulcinea y menos Quijote, ser capaz de mostrarle al mundo mis debilidades y carencias con la misma fuerza con que he tratado de demostrar, sin miedos ni restricciones, todas mis capacidades y mi empuje. Porque yo tampoco soy blanca. Ni negra. Porque no soy omnipotente y me carga que algunos piensen eso y me carguen la mata, exigiéndome hasta el cansancio.
Por eso reconozco que estoy raja, que no quiero más.
Por eso reconozco que necesito urgente que me rescaten de mi torre.
Por eso asumo que, chora y todo, necesito que alguien me lleve de la mano una vez más...
Y hoy me hace más sentido que nunca la canción de Saiko que dice simplemente...

Soy tan Humano como los demás
Y me cuesta decir la verdad
Ver mi reflejo
No tuve fuerzas para derrotar
Mi vacio, mi debilidad
Estaba lejos
Y ahora voy,
comenzando a caminar
Aprendiendo a respirar
Estaba ciega
Voy, cargando con mi cruz
Ya puedo ver la luz
Te veo en el final
De mi camino
Y hoy que comprendo porque ya no estás
He sentido la necesidad
De estar despierta
Y doy lo que quieran por recuperar
El amor que no supe cuidar
Es mi castigo
Sé que soy, ajena a su verdad
Peligro a lo normal
Huelo sus miedos
Voy viviendo un día más
Luchando por ganar
A mi debilidad
Y estoy de regreso



Mi escritorio

Eleutherio me lo pidió, deseo concedido.
Los dejo con mi escritorio, sin filtros ni ediciones. Ni la papelera tuve que vaciar.
Qué shiquilla más ordenada.... dirán ustedes.
Vieran mi verdadero escritorio, sobre el que reposa éste que están viendo...



Mi foto favorita de Doisneau...

sábado, 12 de noviembre de 2005

Nada

Llevo sentada frente a esta pantalla en blanco más de quince minutos.

No se me ocurre nada. Es decir, se me ocurren miles de cosas. Pero ninguna que valga la pena. Creo.

Es impresionante como el viernes, mi día favorito, se ha convertido en el día en que repto hasta mi cama, con las baterías agotadas y sin ganas de pensar.

Fueron cinco días horribles. Lentos, pesados, acalorados.

En fin. Espero que el fin de semana me ayude a recuperarme.

¡Maldición!

Es mi día favorito de la semana y no se me ocurre nada.

miércoles, 9 de noviembre de 2005

Boca arriba

El espejo retrovisor muestra un cerro San Cristóbal en llamas. Pleno atardecer. La perspectiva hacia adelante es mucho menos inspiradora: Taco. Más taco. Maldita metrópolis. Se siente contrariada a causa de la inspiración, que repentina, y a borbotones, ha llenado su cabeza de buenas ideas para el blog. No tiene ninguna posibilidad de bosquejar un par de palabras siquiera. No hay papel a mano. No hay lápiz a mano. No hay manos. Intentará recordarlo todo para poder escribirlo más tarde.
Tiene siete, quizás ocho años. Estirada cuan larga es, sobre el verde pasto tachonado de minúsculas margaritas de la casa de su abuela, mira al cielo con detención. Tiene todo el tiempo del mundo, y la perspectiva de estar tirada en el suelo, observando tantas nubes, es simplemente perfecta. Sólo se escuchan sonidos lejanos de autos y las respiraciones entrecortadas y felices de sus primos, cansados de tanto correr. Juegos infantiles de tardes enteras. Pocas preocupaciones. Ninguna prisa.
Tiene diecisiete años. La arena bajo su cuerpo se siente bien, el cuerpo que yace bajo su cabeza también. Desde donde está puede escuchar su corazón y oler su perfume característico. No hacen falta palabras, ya se lo han dicho todo. El lago está extrañamente calmado esta noche, y las estrellas ofrecen un espectáculo difícil de encontrar en la gran ciudad. Una, dos, quince estrellas fugaces. Espera que este momento dure para siempre.
Han pasado ya más de diez años. Percibe su cuerpo cansado, flotar en el vacío perfecto que le otorga este momento. Ahora está sola, pero nada importa. El silencio es prístino, uterino; el agua, de una transparencia que deleita. De a poco va logrando separarse de todo. Los miedos, las preocupaciones, las pesadas cargas laborales. Deja que el líquido penetre y la lave, por dentro y por fuera. Intenta seguir el ritmo de su palpitar, que sea cada vez más lento, más acompasado, que sirva de música de fondo a los recuerdos que convoca a su mente. Ama sus recuerdos. Ama las cosas que ama. Ama amar las cosas que ama de esa manera tan intensa. El cielo no le ofrece estrellas ni nubes, sólo luces fluorescentes. Pero no importa. Sus ojos están revisitando lugares, personas, miran sin ver. Tiene tan poco tiempo ahora para detenerse así...
¿Cómo será a los treinta y siete? ¿Qué cosas mirará cuando se acueste boca arriba? No quiere pensar en eso, más bien prefiere concentrarse en este momento. Perfecto, íntimo, único. Como todos los anteriores. Como todos los que le han llevado a concluir que la suya ha sido, una buena vida boca arriba.

martes, 8 de noviembre de 2005

Los siete minutos de fama

Sombra de Mí es una chica que conoce bien sus defectos y sus cualidades. Se sabe simpática, alegre y buena persona. Eso le da cierta seguridad en sí misma y una dosis adecuada de autoestima positiva. Le ha costado aprender a verse como una mujer potencialmente atractiva para los hombres, dado que casi nunca está conforme con lo que el espejo le muestra. Eso le ha aportado una cuota de inseguridades y escepticismo al momento de aceptar cumplidos y galanteos varios.
Este sábado en la noche, cansado de ver a su amiga Sombra enclaustrada entre cuatro paredes, el caballero andante Pelao salió al rescate y secuestró a la doncella Sombra para llevarla a un Seven a Side de su deporte favorito, el cual practica por hobby. (Debemos acotar que el caballero Shy, antiguo causante de suspiros en la mentada damisela, también participa de este violento y masculino ritual, y ese día estaba en pleno desempeño de sus artes deportivas)
Llegados al lugar de la justa, Sombra se dio cuenta, no sin cierto estupor, que el asado, la chupatina y la juerga estaban en su apogeo.
- Este no es como otros deportes que yo conocía - pensó la asombrada Sombra.
Su idea se vio rápidamente ratificada cuando se dio cuenta de que su género escaseaba dramáticamente, y era casi la única representante de las mujeres en este exclusivo antro varonil.
El caballero Pelao, llamado por el deber, debió dejar a Sombra en manos de sus alcoholizados amigotes, y partir a cubrirse con los colores del equipo. Un poco descolocada, la joven dama decidió enfrentar a las bestias sin miedo y poner en juego todas sus armas de sociabilización.
En menos de dos minutos, Sombra era asediada por más de cinco caballeros, los cuales se esforzaban por hacerla sentir cómoda con manifestaciones abiertas de admiración, curiosidad, atenciones alcoholicas y degustativas varias, y hasta declaraciones de amor.
Nuestra heroína, mientras reía y se impresionaba con tanto despliegue de artimañas y tiquismiquis ridículos, gozaba de sus siete minutos de fama.
- Esto es como una inyección al ego - reflexionó - aunque poca gracia tiene, pues viniendo de un curagüilla cualquiera, poco valor adquieren los requiebros y tretas por todos conocidas para llevar a una doncella cualquiera a lo oscurito....
Resumen de la noche (y, por lo más sagrado, sin ponerle ni sacarle):
- Dos propuestas de matrimonio
- Una invitación a un matrimonio
- Una invitación a un cumpleaños
- Dos invitaciones al sexo
- Un "Me encanta tu look"
- Un "Tu mirada me mató. Me enamoré"
- Un "¿Estás consciente de tus encantos?"
Y, lo más notable:
- Una cara de impresión notable por parte del caballero Shy, quien no lograba entender cómo su tímida y piola compañerita de trabajo, navegaba segura por las aguas turbulentas de la pasión alcohólica, capeando el temporal de besos, abrazos e intentos de manoseos varios de parte de los entusiastas (y al parecer hasta entonces amarrados) deportistas.
(GRACIAS A MIS AMIGOS HOMBRES POR ENTRENARME CON TANTA DEDICACIÓN EN LA DEFENSA PERSONAL DE LOS COCHINOS Y MALINTENCIONADOS HOMBRES)
Este sábado Sombra se fue a la cama sola, pero divertida a morir con la curiosa experiencia vivida. Relajada, desestresada, ya decía bien una antigua amiga que la mejor terapia para la depresión era pasearse por fuera de una construcción para recibir piropos varios de los maestros. Cómo la recordaba y la comprendía ahora.
Este sábado Sombra se fue a la cama sonriente y agradecida por la experiencia, que más pareció un experimento sicológico, llena de anécdotas para contar el día lunes en la mañana en el templo del laburo, lugar donde Pelao y Shy se encargaron de ventilar las novedades de esta nueva "Novia de Chile" (como ellos mismos la bautizaron).
Este sábado Sombra se fue a la cama más conciente que nunca de las cosas que un hombre NO DEBE hacer o decir para captar su atención en serio. Más conciente que nunca de sus prioridades, y de todas las cosas que odia y ama de esos extraños seres que suele conocer bajo el seudónimo de hombres.

lunes, 7 de noviembre de 2005

Secretos

Tengo miles de secretos.
Oscuros, vergonzosos, pecaminosos, tristes, inconfesables, macabros, ridículos e hilarantes.
Pero no son míos.
Son de aquellos, que por alguna u otra razón, decidieron contármelos.
En mala hora, porque cada vez que alguien me confidencia algo feroz, es como si me atravesaran con una daga. Me quedo muda y circunspecta por un par de días, tratando de digerir tamaña noticia.
No se malentienda por favor, en general me honra ser el paño de lágrimas de mis seres queridos, y siento que es una demostración de cariño y confianza enorme que las personas que me rodean muchas veces me cuenten lo que les pasa. Pero muchas veces preferiría no saberlo. O mejor dicho, que no les pasaran cosas tan terribles. Ahora comprendo la terrible e ingrata pega del cura confesor. ¡Qué agobiante!
Es así como he tenido que cargar con pesos tan grandes como embarazos no deseados (llevados a buen término y no), divorcios, engaños maritales y de pololos, drogas y un cuantohay. Lo único que me consuela es que a veces me ha servido para ayudar, aunque sea mínimamente, a llevar sobre mis hombros el dolor ajeno.
Otras veces me ha servido para reírme hasta morir, con condoros, equivocaciones y chascarros de personas que me han relatado sus errores y metidas de pata. Confieso, maquiavélicamente, que entonces me gusta jugar con esas personas. Asustarlas con el hecho de que, repentina y pajaronamente, se me va a salir su secreto, tirarles indirectas más bien directas y gozar viéndolos transpirar frente a los demás.
Pero jamás los traicionaría, ni a unos ni a otros. Porque así como yo les guardo sus secretos, ellos custiodian los míos. Grandes y chicos, divertidos y dolorosos, somos como una gran red de cómplices, unidos por lo que está destinado a ser conocido por pocos. Sólo por unos pocos.

sábado, 5 de noviembre de 2005

Mujer nictálope

La noche es mi mejor amiga.
El momento en que trabajo.
El momento en que se me ocurren las mejores ideas.
El momento en que estoy más viva.
Y también el minuto en que disfruto de mi soledad.
Esa soledad que pocos conocen y reconocen en mí.
Alguna vez, hace muchos años, leí por ahí la siguiente frase: "Siempre viajo solo en las micros llenas". Se me quedó grabada, pegada en la piel, me ha acompañado en muchos momentos.
Y es que generalmente estoy rodeada de gente. Pero cuido celosamente de mi privacidad. La atesoro, la cultivo, la aprecio. Es lo más mío que tengo. Mis espacios personales son sólo conocidos por algunos, que han merecido traspasar la muralla de hierro construída a mi alrededor. Y esos pocos, más que habitantes de mi mundo, se han convertido en visitantes.
No es que tenga mucho que ocultar. Ni es miedo, ni careta. No es que me moleste compartir. Es más bien que prefiero el gusto (adquirido) de refugiarme en mí misma. De meditar. De observar, de escuchar. De saber que hay pocos que me conocen bien, que para algunos soy un misterio, y dejarlo simplemente así.
Por eso quizás es que me gusta tanto la noche. Porque no hay posibilidades de que me me interrumpa el teléfono, o la presencia impertinente de otras personas. Porque puedo dejar a mi mente vagar y discurrir con toda tranquilidad.
Creo que estoy entrenando hace tiempo para el momento en que me vaya a vivir sola.
O quizás con alguien. Alguien que conozca de mi necesidad por el espacio personal que me he creado. Que pueda estar conmigo sin estarlo. Haciendo cada uno lo suyo. Como esas parejas que pueden estar sentadas horas sin decirse nada. Diciéndolo todo. Con esa embriagadora sensación de tener todo un mundo al alcance la mano, al alcance de una palabra, dispuesto para cuando cada uno de nosotros quiera. No cuando deba.
He descubierto, además, que así se valoran y disfrutan mucho mejor los momentos con otros. Raras joyas que pocas veces poseen las características que buscamos. La tranquilidad para desarrollar un tema hasta el agote. La calma para leer hasta las inflexiones de voz del interlocutor. El espacio necesario para dejar minutos de silencio que subrayen las ideas más importantes. La lucidez para aprehender la magnitud del momento, la verdadera necesidad ajena, el significado de la experiencia.
Por eso quizás también elegí este seudónimo. Porque soy como una sombra, que sólo existe en contraste con la luz. Una especie de animal de hábitos noctámbulos, cuyos sentidos se agudizan en torno a las circunstancias que le son favorables.
Que pocos me entiendan.
Que pocos me conozcan.
Que algunos tengan una percepción errada de mí.
Ya lo dijo el oráculo de Delfos: "Conócete a ti mismo"
Eso es lo importante.
Eso es lo que hago durante mis noches.

miércoles, 2 de noviembre de 2005

Sombra asombrada

Santiago, una calle cualquiera, aproximadamente las 4 p.m.
Sombra y el Pelao se derriten bajo el sol generoso de un noviembre que promete grandes temperaturas. Ella, apestada del famoso taco hasta decir basta, manipula la radio como si estuviera poseída. Sólo reggaetón y otras mierdas. Suspira, haciendo que vuele su chasquilla de manera divertida.
- Te ves pésimo. Estás con unas ojeras que te las encargo - dice él mirándola fijamente.
- Gracias, amigo.
- En verdad, para hueona o te vai a morir de un infarto.
- Si Pelao, más rato paro. Te compro lo del infarto. Préndeme un cigarro, porfa.
- Búscate un hueón mejor, que te dé tu merecido - sonríe, travieso.
- Por qué chucha los hombres sólo piensan en eso. Como si la hueá fuera la media solución... búscate una canción y deja de aleccionarme!!!
- ¿Te digo algo? Andai bien densa. Osea, no estai pesada, ni nada por el estilo, pero menos tolerante que siempre. Ánimo mi chiquilla. Se nota que estai raja - Y al decir esto, pone su mano sobre la mano de Sombra, que descansa en la palanca de cambios.

El Pelao me conoce bien. Será porque trabajamos juntos y me lleva todos los días a la pega, cuando no lo hago yo. Su señora me manda queques y strudell al desayuno, porque sabe que me levanto hecha una bala y nunca alcanzo a comer nada antes de salir. Él me compra Coca-Cola y me presenta a sus amigos. Es una persona amable, dulce y acogedora como sólo los de regiones saben serlo. Y lento, como provinciano también. Por eso nos llevamos tan bien. Él le pone freno a mi vertiginosa existencia, y me reta cuando me voy manejando como alma que lleva el diablo.

Lo que el Pelao no sabe es que tiene razón. Estoy raja, y por primera vez en mi vida, sintiendo que esta cosa del trabajo me ha afectado la salud. Hace días que ando con un dolor de cabeza, tipo resaca para los entendidos, pero cerca de la nuca. Olvídense de agacharme e incorporarme rápido. De saltar, gritar o correr. Me retumba todo. Si al menos hubiese tomado como para estar así.
¿Iré a morirme?
Demás.
Si eso sucede, declaro altiro que no me arrepiento de nada y que notarán mi deceso a través del silencio en este blog. No vayan a mi funeral. Va a estar lleno de viejas mamonas (mis tías).

Repentinamente, el Pelao toca una tecla y aparece, maravillosa, en mis orejas: I´d rather dance with you...
- Déjala, súbele, báilala, cántala!!!! - a velocidad de metralleta, yo.
- QUÉ-ES-ESTO?
- Kings of Convenience - y sigo cantando como si fuera lo más normal del mundo.
- Estai más loca de lo que pensaba - con el dedo en el aire, posición en que quedó cuando lo paré con mis gritos eufóricos...

La vida me da sorpresas a cada rato. Me esperan a la vuelta de cada esquina y a un toque del dial. Si es la muerte, bienvenida sea. Lo único que pido, es que no llegue antes de que termine noviembre.

martes, 1 de noviembre de 2005

Eleutherio les habla

Para hacerles más ameno el relato de nuestro encuentro, Eleutherio y yo decidimos contar cruzados nuestra experiencia. Mi historia la pueden leer en su blog haciendo un click acá.
Sin más preámbulos, los dejo con su versión de los hechos.

Sombra fue la primera, junto con Joven Bunbury, en "hablarme" y alentarme a seguir escribiendo cuando ya pensaba que sólo lo hacía para mí y nadie me leía.
"Ánimo, me encanta leerte, así que arriba el ego y sigue escribiendo!!!" fueron sus primeras palabras el 30 de junio a las 2:10 de la madrugada y el comienzo de una comunicación que nunca antes había experimentado. No recuerdo si antes le había dejado un comentario o la había leído pero si no fue así, estoy seguro que al leerla por primera vez sentí que teníamos mucho en común. Ella dice ser una sombra de sí misma en el blog, esa que siempre está atada a sus pies y juguetea libre gracias a las luces, sin importarle el qué dirán porque es una mancha frágil y oscura inidentificable pero que tampoco es separable de la mujer fuerte e independiente que los del mundo real conocen.
Hace un tiempo yo me había negado a conversar con ella en el messenger por miedo a que no fuera lo mismo, se perdiera la magia, no comprendiera mi humor al no poder ver mi rostro irónico o escribiendo risas irreproducibles (un "ja, ja" es muy distinto a su sonido). Pero mi temor duró poco y no me aguanté de dar ese paso. Y luego de eso, juntarse en vivo fue sólo un asunto de disponibilidad y cercanía física.
El sábado 29 de octubre, por fin se coordinaron los astros para que estuviera en Santiago celebrando el cumpleaños de mi abuela para que pudiéramos juntarnos en un café cercano. La hora la habíamos fijado mucho antes y mi cabeza de pollo la había registrado con media hora de adelanto y más encima creí que iba atrasado y la llamé a su celular para avisarle. Conocería su voz antes que su boca y marqué nervioso. ¡Sombra! ¡Eleutherio! ¡Mi niña! Voy atrasado, pero voy en camino al mall. ¿Dondé estás tú? En mi casa, pero dijimos a las cuatro y media. ¿En serio? Jajaja, se me traspapeló la hora exacta. Bueno, me daré unas vueltas por el mall por mientras, ¡Nos vemos!...
Era la voz exacta que me había imaginado para las fotos que me había enviado de una mujer preciosa, obviamente la mujer que podría haber sido perfectamente mi pareja si no hubiese nacido con los mismos gustos que ella. Calcados, literales, inmodificables, aunque nunca se sabe, quizás en unas décadas todo cambie y me vuelva lesbiano, pero no creo...
Cansado de ver gente linda y darme vueltas por los tres pisos del mall pasé un par de veces fuera del café antes de que fuera la hora, por si aparecía antes y pocos minutos antes de las cuatro y media mi detención en el lugar fue más larga. No recuerdo si primero escuché mi nombre y después mi nick o fue al revés pero al nanosegundo volteé y era ella, tal como en las fotos, la que podría ser perfectamente hermana de una Miss Universo si fuera tonta, bordara, se casara con viejos verdes y leyera a Coelho. Un abrazo de oso le dije y la apreté. Debe haberse visto cómico. Mientras compraba unos cafés fui a buscar mesa y prendí un cigarro. Quedaba lo más difícil, por lo menos para mí, la conversación. No soy un Bailey o un Vargas Llosa que habla hasta por los poros, soy más bien un preguntón al que le encanta escuchar.
Sombra se acercó sonriente con los cafés y se sentó apoyando sus pies en la baranda que limita las mesas del pasillo del mall. Se la veía tan cómoda que daban ganas de imitarla pero yo andaba con falda (broma, mi silla tenía menor libertad de acción). Daba gusto escucharla y era tan fácil hacer preguntas teniendo a la mano de un blog tanta información para desmenuzar, escudriñar y ampliar. Me habría gustado estar menos cansado por el carrete de la noche anterior, menos satisfecho del almuerzo. Ni el medio litro de buen café evitó que le pidiera que camináramos para despabilarme. Luego de darnos un par de vueltas por el centro comercial y tratando de no recaer en un tema que nos agobia (me incluyo porque también me intriga) salimos de ahí y nos despedimos con la promesa de vernos pronto.
Sombra me debe una risa y espero que venga al Puerto para que sea su anfitrión más descansado y pueda provocársela. La risa no la gané pero su amistad sí y ya habrá tiempo para que su hilaridad retumbe entre las escaleras y los cerros con vista al mar, en mi castillo o en mis noches paganas.

Hablemos de sexo

Levanto una ceja y dudo por un segundo.
La pregunta de uno de ellos me pilla volando bajo, es hecha a quemarropa y no admite diplomacias.
- ¿Qué opinas del sexo entre amigos?
- (Menos mal no somos amigos, pienso...) Mhmhmh... no sé. Lo encuentro difícil, sobre todo porque generalmente hay uno que está más enganchado que el otro (cauta, yo).
Por el rabillo del ojo puedo ver que otros han empezado a aproximarse. Casi sin darme cuenta he quedado rodeada de hombres que siguen cada inflexión de mi voz con interés desmedido. Casi sin respirar, diría yo. No sé qué tiene este tema que les provoca tanto interés. Es decir, lo sé, y me da risa que siempre estén comparando puntos de vista conmigo. Como si la mía fuera la madre de las opiniones femeninas. Y eso sí que no sé si es cierto.
- ¿Y del sexo grupal?
- Paso. (Iterprétalo como quieras)
- ¿Pornografía?
- No me gusta.
- ¿Y qué hay con tus fantasías sexuales?
Cada vez se acercan más, se hacen callar entre ellos, ya casi no tengo espacio para moverme.
Tienen todos entre 25 y 30 años, pero actúan como si tuvieramos trece. Hablan mucho del tema, pero pocas veces con la verdad. ¿Por qué será que tantos hombres tienen una necesidad enfermiza de valorarse como Tarzanes en la cama? Se echan flores, se hacen propaganda, pero a la hora de preguntar demuestran grandes inseguridades, ignorancia y miedos. Igual que las mujeres no más, pienso yo. Si total, a la hora de la verdad, son sólo eso, un par de cuerpos desnudos. Sin caretas, sin ropa, con necesidades, con expectativas. Expectativas que muchas veces echan a perder las cosas, que instalan incomodidades entre dos. Sería harto mejor que se conocieran a sí mismos primero, a la mujer que tienen al frente después, que se atrevieran a comunicarse entre ellos. Esa es la creencia que tengo, y la que humildemente intento transmitirles. Que todos dejemos fuera del dormitorio las fantasías de látigos, miembros gigantescos y cuerpos musculosos y tonificados. Del sexo salvaje, perfecto, eterno y hollywoodense. Me doy cuenta de que están respirando, aliviados.
El tema va cambiando de a poco. Pero algo me dice que no me he equivocado con mis jucios, cuando, casi imperceptible, siento que una mano me rodea la cintura, y al darme vuelta, descubro, muy cerca de mi cara, los ojos de este hombre, mirándome fijamente.