martes, 12 de febrero de 2008

La Gorda

La Gorda era, de mis primas, la que más admiraba. En realidad, es.

Sólo un año mayor que yo, creo que me ha definido en muchos sentidos. Todos nosotros, su familia, la adoramos.

La Gorda ha vivido desde chica con un carácter excepcionalmente alegre, que hace que todos los que la conocen quieran estar con ella, hacerla partícipe de sus fiestas, carretes y viajes.
Esto no quiere decir que ella tenga un carácter fácil. No. La Gorda es exigente, es apasionada, es intensa, es poco piola, es metepatas y es polvorita. Se enoja tarde mal y nunca, pero cuando lo hace, vuelan las plumas. La Gorda es querendona, amistosa, chistosa y excepcionalmente natural. Tiene miles de amigos hombres porque no se sonroja para hablar de sexo, ni le importa que ellos se tiren flatos o le comenten mira qué rica la mina que acaba de llegar. Carretea a la par con ellos y sabe ser camarada en todas las cosas, tontas y no tanto. La Gorda tiene miles de amigas mujeres porque es recta, jugada, solidaria, sensible y leal. Ha coleccionado a lo largo de su vida y de su paso por colegio, universidad y trabajos varios, una serie de amigas que darían su vida por ella.

La Gorda es inteligente. Fue la primera de su generación en la universidad, tiene un trabajo que ama y en el cual es tremendamente valorada. Le pagan bien y tiene con sus jefes y compañeros de oficina una buena onda envidiable. Cuando todos temblamos porque nos pueden echar o porque nuestras pegas empiezan a guatear, la Gorda se ríe y nos recomienda que, como ella, nos busquemos un trabajo que no lo parezca. Donde vayamos a pasarlo bien y listo. (Como si fuera tan fácil)

En el amor, la Gorda no puede decir que las cosas vayan a la par que el resto de su vida. En vez de contarles todo el típico drama y las miles de "joyas" masculinas con las que se ha atravesado a lo largo de su vida, me conformo con decirles que es una mujer abandonada.

A estas alturas, ustedes se preguntarán por qué una mujer tan capacitada, tan simpática, tan sensible y única sigue sola.

Hace unos días la Gorda me vino a ver. Y se puso a llorar a mares...

Sucede que la Gorda es gorda.
Sí.
Mi prima es linda, alta, de pelo rubio oscuro y ojos almendrados.
No es excesivamente obesa; no hace gala de perniles de exhibición, pechugas a lo Marlen Olivari ni traste de otra galaxia.
La Gorda es lo que los gringos llamarían una persona grande.
Y más encima tiene la cualidad de ser muy armoniosa, es decir, sus curvas están bien distribuidas, y si bien le sobra un poquito de todo, por lo menos cada ingrediente tiene su equilibrio.

El tema es que la Gorda había acarreado esta "condición" toda su vida sin hacerse mayores atados. Es cierto que le costaba un poco más de lo normal encontrar ropa, pero se las arreglaba, y con su carácter y alegría tuvo siempre las herramientas suficientes para superar todos los demás obstáculos que te impone esta sociedad solo por el hecho de ser un poco distinto.

O por lo menos eso creíamos nosotros.

Desde chica su mamá le dijo que tuviera cuidado, que el mercado del corazón era extremadamente competitivo y cruel, que enflaqueciera, que se cuidara.
La Gorda tenía por caballito de batalla la idea, que por cierto yo siempre compartí con ella a pies juntillas, de que el hombre que la quisiera la iba a querer como ella era, y más encima, doble mérito y garantía asegurada de que era bueno, porque era capaz de ver lo esencial, eso que dice el Principito manoseado por los medios, que es invisible a los ojos.

Resultado... a la Gorda la pescaron poco y nada en serio, y eso fue minando su autoestima. Ella mantuvo su frente en alto, pero en algún minuto cayó en la sicosis del reloj que no te espera y fue víctima de los chacales que se aprovechan de todas las chiquillas un poco solas, un poco desesperadas, un poco inseguras.

Y aquí fue cuando vino a llorar conmigo.

La Gorda ahora tiene 31 años, sigue sola y se siente traicionada por un ideal de lo más noble que le falló, por una sociedad que convirtió la mentira y el espejismo de la imagen en una religión; está agotada y desilusionada.

Entonces fue que vendió un poquito su alma y cambió su idealismo por un bisturí que le prometió la gloria, la fama y el éxito en el único ámbito que le ha sido esquivo y uno de los que más le preocupa en la vida.

La Gorda ahora quiere tener familia, hijos, amor; no le interesa demostrarle a nadie nada; ella descubrió que las reglas del juego eran falsas y decidió seguirlas o perder en el intento.

Para mí ha sido fuerte, claro que sí.

Me pasan muchas cosas...
Que la entiendo, pero que me decepciona, no ella, sino su vida, la vida en general, que no fue capaz de ponerse a tono con su ideal.
Que la quiero, y la admiro igual porque para todos nosotros la Gorda es mucho más que imagen, es puro corazón.
Que me preocupa, porque sé que en esa mesa de operaciones, junto con un pedazo de su estómago, se fue un pedazo muy importante de esta persona que era un referente tan importante para mí.
Que ahora no sé cómo le voy a decir.
Y que tengo miedo. Porque si ahora la Gorda como por encanto empieza a tener una vida social intensa y cantidades de amores, creo que también me voy a terminar de cabrear de este mundo y en vez de una mujer idealista y esperanzada, me voy a convertir en una perra fría y desalmada.

¿Me pueden decir ustedes por qué no aprendemos, por qué estas cosas nos pasan? ¿Por qué a pesar de que SABEMOS que lo que se vé pasa, muere, cambia, y que nunca es tan importante, muchos de nuestros patrones de comportamiento tienen que ver justamente con eso?
¿Me pueden decir por qué una persona tan especial y querida como la Gorda tuvo que pasar por esto, una violencia inusitada para su cuerpo, su alma y su bolsillo también?
No es justo, y punto.
No me parece.
Y tenía que decirlo, porque a ella, no quiero más que darle mi cariño, apoyo y hermandad incondicional.