lunes, 31 de marzo de 2008

Los peligros de la felicidad

Hoy mismo, hace unas pocas horas atrás, se encontraba mi nueva (y mejorada) yo, pedaleando de manera ultra concentrada en la bicicleta del gimnasio (a la vez que intentaba ver la huequísima película de Lindsay Lohan que el único televisor del local le ofrecía), cuando algo llamó poderosamente la atención de sus grandes y redondos ojos.
¿Qué es lo que vio ella? O, mejor dicho, ¿qué es lo que vi?
Una de las cosas más particulares que me ha tocado en el último tiempo. (Sin considerar el avión ultra gigante que pasó rozando el techo de mi casa ayer, y hoy, como si fuera poco).
En la bicicleta que estaba justo a mi lado, pedaleaba un muchacho nada despreciable de pinta.
Pero calma, eso no es lo particular.
Tampoco lo es el hecho de que haya estado con la mirada fija, casi perdida, en la misma pantalla y en la misma Lindsay que yo.
No.
Lo que me llamó la atención fue que el muchacho tenía en las manos un cubo Rubik. ¿Los recuerdan? Por si no lo hacen, les adjunto una foto....

La cosa es que el cubo que ustedes ven aquí se encontraba en pésimo estado, casi sin color, como si hubiera sido manipulado constantemente durante años...

y el tipo lo armó y desarmó como tres veces en los veinte minutos que estuve sentada a su lado mirándolo cínica - y a veces - no tan cínicamente.

Sin mirar.

Repito, por si a alguien se le pasó por alto el detalle...

¡¡¡SIN MIRAR!!!

Quedé obnubilada. Era como esos genios medio autistas que hacen cosas extraordinarias como si nada. Yo jamás pude armar, ni una sola vez, el cubo Rubik entero. Ni haciendo trampa (Se podían sacar los mini cubitos y volver a ubicarlos... qué chanta)

Pero lo que más me gusta de todo lo anterior, es que lo primero que se me ocurrió pensar fue... qué freak, necesito contarlo en mi blog.

Y eso no es menor, dado que hace mucho tiempo que no sentía eso. De hecho, he estado a punto de cerrar, o abandonar simple y llanamente, este hijo mío más de una vez en los últimos meses.

La explicación es simple, clásica en mí, y una lata.

Lo que pasa es que cuando estoy bien, se me va la inspiración.

Mi alimento para escribir es la desdicha, la intranquilidad, la pena, la desazón, el miedo, la incertidumbre, la rabia, el desamor.

Cuando estoy como ahora: tranquila, en paz, contenta, con proyectos, instalada, no me sale nada.

Un ejemplo... he escrito desde que tengo uso de razón. En cuadernos, libretas, hojas sueltas, a máquina y finalmente, cuando la tecnología lo permitió, a computador.

Tenía una carpeta llena de cuentos, relatos breves, reflexiones y peladas de cable.

A los 18 conocí al Gringo, y durante los casi ocho años que estuve con él, no escribí nada. NADA. Ni una hoja, ni una servilleta, una frase corta, un intento de locura... de hecho, boté la carpeta con mis escritos en un arranque de pudor mal contenido. No saben cómo me arrepiento.

Luego pasó el tiempo, terminé con el Gringo, me fui a la cresta y empecé el blog. Me metí a un taller literario y hoy en día tengo hasta un proyecto de libro en la cabeza.

Pero siento que todo peligra: son los peligros de la felicidad.

Que me vuelve simple, que me vuelve poco reflexiva, que me droga.

Una vez conocí a un joven que decía ser poeta. Más bien lo era, porque escribía poemas como pocos que he leído. Y él una vez me dijo que no le gustaba estar bien, enamorado, o pleno, porque se le iba la inspiración y no podía escribir.

Entonces él optó por sufrir. Ser desdichado. No abrirse a ser feliz.

No tengo idea si esto será muy radical.

No tengo idea si habrá compatibilidad.

Tan solo quiero poder escribir sin cortarme las venas, tan solo quiero ser yo sin dejar de serlo.

Feliz y conciente, tranquila pero inquieta, armando el cubo Rubik sin dejar de ver la televisión.

¿Es posible realmente?

Ayúdenme a descubrirlo, por favor.

Y tú... el chico Rubik... créeme que te admiré, créeme que no quise espiarte, créeme que si me estás leyendo, te quiero agradecer de corazón el regalo de la inspiración de hoy.

lunes, 24 de marzo de 2008

Mi año

Ya sé que he dicho esto miles de veces antes.

Que si reviso mi blog para atrás, hay un millón y medio de declaraciones como esta.

Pero no sé, ahora siento algo diferente.

Es como de guata, muy de piel.

El 2008 me ha sonreido mucho hasta ahora.

Trabajo, amistades, vida social, un poco de pinchar, proyectos, viajes en perspectiva...

Además me metí al gimnasio y dejé de fumar...

FELIZ!

Ya les contaré más.

POr ahora, ayúdenme a cruzar los dedos para que la buena racha dure...