sábado, 22 de abril de 2006

Ojos verdes

Para leer como corresponde este post, es altamente recomendable que usted escuche, o al menos lea, la letra de la canción Con tus ojos de Alejandro Filio.

Una vez hecho eso, proceda con lo que sigue:

Imagine usted que es una señorita en edad casamentera y bastante decepcionada de los hombres de su generación, los cuales son inmaduros, poco amables y, en mucho menor grado, serios.

Luego, sitúe en la puerta de la casa de tal señorita a un personaje de las siguientes características: Ojos verdes y pelo rubio, gran altura y contextura atlética. Añada a los ojos verdes una mirada profunda, penetrante, pero limpia y dulce; manos muy grandes pero suaves. Hablar pausado y profundo, risa abierta, franca, sonora y contagiosa.

A continuación, agregue a estas señas un carácter amable, caballeroso, sincero e hidalgo; madurez perfecta, capacidad de escuchar, acoger, abrazar y querer infinitas, intactas, impolutas.

Si a todo esto usted es capaz de añadirle una amistad que se ha desarrollado de la manera más ideal durante los últimos meses, largos llamados telefónicos de por medio, mails diarios y salidas a todo tipo de menesteres en conjunto, descubriendo a cada instante maravillosas coincidencias en el gustar, pensar y sentir, dése cuenta frente a qué se encuentra parado.

Sí, amable lector, esto es algo muy parecido al amor.
Porque hay todo tipo de confidencias.
Porque existe confianza a prueba de terremotos.
Porque la diversión es algo casi seguro, porque basta con solo mirarse para que nazca una sonrisa o un abrazo de lo más sentido según sea la necesidad del otro.

Porque ambos, señorita y caballero, son lo mejor que le ha pasado al otro en un largo, pero muy largo tiempo.

Porque se ha salvado mutuamente de la pena, la desesperación, la incomprensión, el vacío.

Porque entre ambos no existen secretos, ni trancas, ni tabúes. Tampoco, hasta el momento, extrañas tensiones sexuales. Todo mantenido en el más estricto plano espiritual.

Pero, terrible, ineludible, trágicamente pero, nos vemos en el deber de señalar que tanta perfección es imposible, puesto que el personaje ideal del que hablamos cuenta con un defecto insalvable: tiene, por desgracia, una década menos que yo.

Sí. Para los que me leen hace tiempo, se trata de Domingo.
No tengo idea cuándo, ni cómo, ni de qué extraña manera, Domingo se volvió imprescindible para mí. Y yo para él.
No tengo conciencia de la primera vez que lo miré y el corazón se me detuvo, por un instante, pensando en la suerte de tenerlo en mi vida. Ni de la primera vez que lo instalé mentalmente en mis días para siempre, él muy mío, yo muy suya.

No he querido, no he podido, no se ha dado el verlo como un objeto sexual. No lo deseo, quizás porque he mantenido muy a raya, aunque sea de manera inconsciente, ese impulso en mí.
Pero sí me gusta.
Amo sus abrazos protectores, sus besos apretados en mi frente, cuando me da la mano o nos acostamos, simplemente uno al lado del otro, como hermanos, a ver televisión en mi cama.
Me encanta cuando me mira con autoridad, como poseyéndome, como entregándose, y entonces sé que él arriesgaría todo lo que tiene para defenderme, salvarme o cuidarme si lo llegara a necesitar.
Domingo no se asusta cuando lloro. No se enoja cuando me enojo. Se emociona conmigo cuando estoy feliz, y se ríe con ganas de mis tonteras y mis bromas.
Lo encuentro buenmozo, inteligente, atractivo.
Lo echo terriblemente de menos cuando no está cerca.
Y cuando está, siento patente su presencia imprimiéndose en mí, aunque no se encuentre corporalmente a mi lado.
Sé que se pone celoso cuando abrazo a otros hombres. Lo noto porque su mano busca mi mano rápidamente, y me atrae hacia sí mismo con un gesto (que sé perfectamente) que le resulta casi inconsciente.
Me pongo celosa cuando se le acercan pendejas gritonas (totalmente adecuadas para su edad y candidatas más que seguras a ser sus pololas) y le hablan, haciendo bailar sus pestañas de manera indecentemente coqueta.

No sé qué hacer.
En realidad, no sé si quiero hacer algo.
Es tan lindo lo que tenemos, es tan puro, profundo y tranquilo.
Lo mejor del día del otro se encuentra contenido en cada uno.

Y me da susto cambiarlo.
Para qué, además, si en realidad esto antes de nacer estaba muerto.

Sus papás me demandarían.
Sus amigos jamás lo entenderían. (Los míos menos).
Saldríamos en la portada de Lun.com

Lograríamos, quizás, sobreponernos a todo lo anterior, pero los mundos de cada uno terminarían chocando con más fuerza y consecuencias que el mismísimo Big Bang.

Él todavía tiene que pasar por la universidad, ser rebelde, promiscuo, audaz, tonto, ciego, loco, equivocarse mucho y forjarse un camino y un carácter con elementos de dulce y de agraz. Proceso normal que lleva a cabo todo ser humano, que la mayoría de las veces requiere de libertad de acción y de algo de azar, de pocos planes, de menos certezas, de probar mucho y no saber nada de nada, ya que el mundo irremediablemente se encargará de ir cerrando todas las puertas que hayan ido quedando abiertas y poco le dejará para sorprenderse e improvisar.

Mientras tanto yo, rodeada cada vez más de gente casada y procreando, estaré sintiendo los alaridos de mi reloj biológico, emocional y social, que me exige asentarme, enseriarme, acotarme. Que me pide éxito en el trabajo, familia, marido e hijos dentro del próximo lustro, quizás dos.

Sería egoísta quitarle su juventud.
Sería terrible renunciar a mi graduación en el mundo adulto por una apuesta absurda y arriesgada como la que más.

Tengo, sinceramente, el corazón quebrado en dos pedazos.
Uno, que es feliz de conocerlo, y de tenerlo por amigo. Que agradece cada día al cielo su presencia, su consejo, la laguna quieta de sus ojos verdes con mi reflejo grabado en su pupila.
El otro, muerto por la certeza de que ante mí se encuentra una de las personas que más me ha querido, que mejor me ha tratado, que más me ha entendido, que más profundo me ha tocado el alma. Que podría ser, perfectamente, el hombre de mi vida. Y yo, la mujer de la suya.

Pero es como si estuviera detrás de una vitrina.
Se mira pero no se toca.
Y ese, creo, es el mejor, más sabio y más amoroso regalo que puedo darle a este pequeño gran hombre que quiero tanto y que se merece lo mejor de la vida.
Mi consejo, mi compañía, mi escucha, mi apoyo moral.
Y también mi silencio, mi renuncia, su libertad.

4 comentarios:

sombra_de_mi dijo...

Eleu... traté de echarlo a talla pero no fui capaz... así que mejor conté esto que me está pasando, tal cual, para ver qué opina mi amable e inteligente público.

Quiero agregar que tengo fotos de la desafotunada pareja. Son varias. Y son muy buenas. Qué pena que no pueda quebrarme de esos maravillosos ojos verdes con pruebas gráficas.

Tendrán que creerme.

Pero lo más importante. Lo que hay adentro... eso sí que nunca jamás me lo había encontrado antes!!

carolita dijo...

sombra, sombra, sombra...

no sé qué decirte. no sé qué haría yo si tuviera veintiocho. porque quizás tienes razón, quizás la vida y las enseñanzas y las experiencias lo conviertan y quizás eso es lo que le corresponde ahora.

quizás no.
¿le has preguntado a él?

yo no creo en la edad, de hecho, nunca he creído, y mis amiga más pequeña tiene 5 y mi amigo mayor 38. aunque creo que en una relación de pareja es necesario avanzar a un mismo paso. si uno corre, y el otro gatea, imposible.

pero... ¿a qué paso avanzan los dos?
¿y si tú de verdad tienes, en el alma, cinco años menos y él cinco años más?
¿lo amas, sombra querida?

eso es todo lo que te debe importar, creo yo.

si no es miedo, sino que certeza, entonces te encuentro toda la razón y te apoyo, tengo una gran amiga que pasó por exactamente lo mismo con los mismos once años de diferencia. y tomó tu decisión. y está tranquila con eso.

más que pensar, siente.
lo que te produce dualidad, lo que te hace sufrir, nunca es el camino correcto.

lo correcto es lo que te trae paz.

te dejo un millón de besos y que la diosa te ilumine, porque este tema es demasiado de mujeres como para encomendárselo a dios.

Lautaro dijo...

toda la razón,Sombrita. Domingo se merecía un post en serio y así se entiende mucho mejor que en una conversación de chat.

carolita te preguntó y te dijo una cosa muy clever. preguntó si lo amas y dijo que si así era, la diferencia de edad no importaba nada, si entendí bien lo que aconsejó.

también es necesario saber qué siente él. si él te ama "de verdad" (pongo las comillas por eso que te expliqué por MSN de la edad de Domingo y mi experiencia teniendo sus años en una situación "parecida"), no importará nada externo y con el apoyo que ambos se entreguen será suficiente para superar hasta el muro de Berlín menos derrumbable.

yo me imagino que la Sombrita que estuvo enamorada de mi (o sea, el profesor de mi vida cuando yo era un Domingo adolescente que se suponía más maduro que mis compañeros) me amaba lo suficiente como para soportar cualquier convención social adversa y habría sido capaz de sobrellevar cualquier cosa si yo hubiese estado realmente enamorado de ella/él.

eso sonó un poco enredado. dicen que uno explica su idea con distintas palabras al menos tres veces para quedar por completo satisfecho de que a uno lo hayan entendido.

aquí va la tercera, sintética: da lo mismo el resto, si ambos se aman de verdad.

o sea, look at me, cuarta explicación, ahora con ejemplo vivo: un gay en un mundo de mayoría hétero, dispuesto a vivir el amor sin importarle una mierda el entorno tradicionalmente homofóbico.

si uno tiene la certeza de sus convicciones, ninguna duda de que lo que uno siente es verdadero, nadie podrá impedir la materialización de ello. me carga decir sentencias, pero creo que esta es cierta.

si usted ya tiene claro esto, solo le falta saber qué tan claro lo tiene su contraparte. nada más, el resto puede ser una historia muy bonita para contar a sus hijos, jajajaja.

Ya, creo que me alargué.
Sabe que la quiero, hermana?

Bear hug,
Eleu

aprendiz dijo...

Me disponía a trabajar en mi nueva asumida vida laboral-familiar cuando seguí la huella que Eleutherio me dejo para llegar a ti. Predestinado? Sin duda creo que sí. No ha de ser casual que las 5 varitas de incienso hagan florecer este espacio con vista a unos cerros verdes mientras “El Mesías” emana desde un cd al tiempo que la taza con té verde forma siluetas en su vapor.

Y llegué a tu blog y leí tu pos una vez, y una vez más, y una vez más… y me llegó tu carita reflejada en los ojos forestales de Domingo y su rostro trigo en el valle de tu mirada, su mano rescatándote de la presencia de otras manos que de seguro te han de querer menos de lo que él te sabe y siente querer. Me los hubiera querido ver enriquecer mi paisaje caminando de la mano entre los cerros, saltando quebradas, atajando estrellas que adornarían aún más el lazo que les une.

¿Hubiese yo preferido ser Domigo y tener una amistad como tu o ser tu y tener un amigo como Domingo? Me respondí que daría lo mismo pues uno más uno es igual a uno más lindo, humano, grande: “Tu te quedas a mi lado y el mundo me parece más amable, mas humano, menos raro”.

Sí yo estuviese en tu lagar no lo duraría un solo instante y comenzaría a construir la barca para navegar el océano que esta naciendo a tus pies sin importarme quienes, anclados en el muelle, miren incrédulos.

Es difícil optar por ser feliz sí se toman en cuenta la demanda social, religiosa y cultural. Son tantas y tantas las necesidades aprendidas tatuadas en nuestra existencia a punta de fuego y egoísmo que, ciertamente, se requiere de mucha fuerza, inteligencia y libertad para liberarnos de ellas. Ciertamente la sociedad y la cultura nos imponen metas, plazos y tiempos que no velan por nuestra felicidad sino que por el funcionamiento del sistema. ¿Puede ser tan fuerte aquello que me haga renunciar al amor que me hace feliz? Y sí renuncio ¿después qué?...

De mis relaciones con mujeres recuerdo con sagrado cariño el cómo las mujeres abrazan desnudas al amar. Ese abrazo en el que entrega toda su existencia, los pechos tibios en mi pecho, el latir de su corazón, la delicadeza de la respiración, la suavidad de sus gestos… sinceramente no creo que al negarte lo que sientes estés siendo artífice de la libertad de Domingo.

Navega el océano que nace a tus pies, has de tus emociones y sentimientos la brújula que dirija tu navío, busca las estrellas de los amantes para guiarte, descubre los horizontes que florecen allá a lo lejos, permite que Domingo hinche las velas, hazlo mascaron de proa, hazte marinera de tus mares, eleva tus banderas… opta por ser feliz y de paso harás a Domingo feliz, y de paso harás de este mundo un sitio un poco mejor.

“La cobardía es asunto de los hombres, no de los amantes.
Los amantes cobardes no llegan…”

Fuerza, luz y paz para ti
Con amor Tiago

(te regalo “Te Quiero Tanto” de Alejandro Filio… es uno de mis cantas favoritos)