martes, 16 de enero de 2007

Masoquismo

Anoche pasé cinco minutos por la casa de la Amanda y terminamos tomándonos unas copas de vino y conversando.

Me contó, un tanto avergonzada, que estaba saliendo nuevamente con el Jose, un hombre que hace un par de meses la había deslumbrado con un millón de atributos que eran la cáscara dorada de un huevo, en realidad, podrido.
El perfil del Jose era clásico. Cerca de los treinta, pero lejos de todo lo demás. Sin parejas estables, sin trabajo seguro, sin ahorros, sin seriedad, sin verdad de por medio. Lo único que tenía para ofrecer era una cara bonita, un apellido rimbombante y un exquisito don de la palabra, que usaba para encandilar a las mujeres con frases bonitas, pero falsas (¡¡genio del marketing!!)
Después de un par de salidas, ella empezó a conocer al verdadero Jose. Siempre borracho, siempre joteándose a otras mujeres, siempre apareciendo y desapareciendo de la vida de la Amanda sin entregarle ninguna certeza. Orgulloso, mentiroso y creído. Cool, entretenido, atrayente. Misterioso.
Mi amiga cayó rendida a sus pies, principalmente porque amaba verse en los ojos de las otras mujeres, admirada por ir de la mano con este galán reconocido en el medio por ser difícil de atrapar.
Pero no lo pasó bien, porque algunas (pocas) mentes sensatas le advirtieron que se arriesgaba mucho, que esto no podía durar, que no se enganchara.
Con un esfuerzo enorme de por medio, la Amanda logró deshacerse del mal hechizo y salió, a regañadientes, con un amigo de su hermano. Este otro hombre era un "no-Jose" por excelencia.
¿Y qué pasó?
Citando textualmente a la interesada, el tipo no tenía ningún brillo, ningún misterio, todo era demasiado predecible, demasiado seguro.
Y así fue como el pobre no-Jose pasó a la historia y Jose volvió en gloria y majestad aparentes.

No quiero juzgar a la Amanda, porque esta historia, por lo menos para mí, tiene ribetes escalofriantemente conocidos.
Lo peor de todo es que siento que no somos las únicas que podemos contarla...

Más bien, me he encontrado reflexionando acerca de la tendencia masoquista que tenemos en general las mujeres de escoger siempre lo peor para nosotras.
Sí, es cierto. Es emocionante, es adrenalínico, es entretenido.
Pero generalmente se paga caro por la famosa aventura. Y es una pendejada. Cuando se es chica no se miden los riesgos, no se sabe lo que se quiere. Pero ahora no.
Me parece que es hora de sentar cabeza. De pensar con ella, más bien.
Se trata de querernos más. De valorarnos. Y no creer que todo lo que brilla es oro.

Por mientras, me dedico a acompañar a la Amanda en su delirio, que seguramente tendrá un final próximo y no muy feliz. Porque, como decía mi abuelita, "el que nace chicharra, muere cantando". Y si el Jose tiene treinta y actúa como si tuviera quince, nos faltan, con suerte, quince años más para que empiece a alcanzarnos. Y nadie tiene tanto tiempo. Ni tanta paciencia.

3 comentarios:

Då®th Pëgå$ø Nåzgü£ † ™ dijo...

ningun mega galan se puede llamar josé

jajajajaja

nos leemos

carolita dijo...

a mí también me suena conocida la historia. demasiado, de hecho. hasta que conocí a Franco, todas mis salidas fueron con tipos así porque claro, los demás, los que me querían y me trataban bien y me cuidaban, me aburrían soberanamente. ¿cómo se cambia el amor por la aventura? creo que eso sólo es posible cuando no nos queremos nosotras mismas. porque claro, es rica la adrenalina y la emoción de lo difícil, o lo prohibido... pero eso no puede ser todo. vamos, que es posible creer porque de hombres buenos está lleno el mundo. lo que pasa es que a veces no queremos verlos. eso es todo.

Soledad dijo...

No se trata de que las mujeres queramos lo peor para nosotras, sino que simplemente no sabemos elegir bien y caemos en la ingenuidad de pensar que lo imperfecto nos hace bien.
Y bueno, hay veces en que realmente lo imperfecto es lo más atractivo. Te lo dice alguien que conoció muchos "joses".

Una vez escribí algo sobre eso. Quizás me puedas entender mejor:

http://solediazmar.blogspot.com/2006/02/mi-perfecta-tendencia-imperfecta.html

Cariños para ti y suerte para tu amiga,
Soledad.