lunes, 26 de septiembre de 2005

La maldita bendición de pensar, ¿o la bendita maldición de pensar?

Anoche tenía listo un largo y sesudo post con este mismo título, y por primera vez la tecnología me traicionó. Damn it! Lo perdí todo, y como eran cerca de las dos de la madrugada, me negué a rehacerlo de inmediato. Pero no hay mal que por bien no venga, y la espera me sirvió para cocinar mejor esta idea y entregárselas.

Una de las cosas que más me ha sorprendido en el último tiempo, ha sido el descubrir, de manera empírica, que para la mayoría de los machos de este país, las mujeres no estamos llamadas a ser seres pensantes u opinantes. De muestra dos experiencias:

- Hace poco descubrí que los papás de un pololo que yo tuve alguna vez, no me querían tanto como yo creía. Las razones: “Tú eras una persona que siempre tenía una opinión, Sombra. Sabías de todos los temas, metías tu cuchara. Preguntabas, manejabas datos,, los contradecías, a veces sabías más que ellos. Y eso no les gustaba. Demasiado pintamonos” (cito a un amigo cercano de la familia en cuestión) Osea… ¿lo que ellos querían era una Barbie que sonriera y asintiera? ¿Cuándo se ponía un tema en la mesa yo no podía aportar, o disentir? Oops, perdón, mi formación me indica otra cosa. En una familia donde todo se cuestiona, donde terminamos muchos de los almuerzos con enciclopedia y diccionario sobre la mesa discutiendo cada uno su punto de vista, no me imaginaba que era mal visto que quisiera participar. Pero así era. La polola del niño estaba invitada a ser el arroz del plato, ni cagando la carne. Y todo lo que saliera de ese marco era arrogancia, búsqueda de protagonismo, show.
- Cuando me junto con mis compañeras de colegio, la gran mayoría de ellas están casadas y con muchos hijos. Si me pongo a analizar el reducido grupo de las “parias solteronas”, siempre se trata de las más brillantes de mi curso. Las que han triunfado en sus trabajos. Las que participan activamente; ya sea en política, investigación, docencia, etc. Las que tienen “pachorra”, saben exponer y defender sus opiniones. Al parecer, los hombres les tienen susto. No puede una mujer brillar más que su hombre. Ni saber más. Ni ganar más. ¡¡¡DIOS NO LO PERMITA!!! Las demás, que pensaron poco y estandarizado, ahora les han dado vacaciones a sus neuronas. ¿Para qué pensar? El marido lleva las cuentas, la nana prepara la fórmula de la guagua, la profesora particular soluciona las tareas de geometría. Para verse linda para el marido, todos sabemos que se necesitan explotar otros campos.

Algunas cosas buenas he podido aprender de todo esto:

- Pensar más no te hace más inteligente ni mucho menos. Pensar más te concientiza, muchas veces de tu tontera, de tus límites, de lo mucho que te falta por avanzar. Y al ser conciente de eso, estás en posición de mejorar.
- Hay que aprender a callar, aunque se pase por tonta e inculta a veces. Total, no hay por qué andarle dando perlas a los chanchos, como dicen por ahí. Guardarse la argumentación para los lugares y personas que valen la pena. Serán pocos, pero los hay, y por lo menos ahí nadie te considera amenaza nacional. Además, el silencio te ayuda a pasar desapercibida y así puedes observar a los otros con libertad. Comprobar tus teorías, afiatar tus opiniones, ampliar tus horizontes.
- Pensar es un excelente ejercicio para el alma y la visión. Te hace más abierto, más comprensivo, más tolerante, mejor ser humano. Así que nada de reprimirse mujeres. Ser pensantes nos eleva a categorías superiores. Y esto no tiene nada que ver con machismo o feminismo. Tiene que ver con el tipo de persona que queremos ser. Con no conformarse con lo que hay.

Así que, en conclusión, me adhiero a los famosos y cabezones de antaño, cuando dijeron “Cogito, ergo sum”. O en una versión trece siglos más moderna, “Je pense, donc, je suis” Y créanme que no hay nada que yo quiera más que ser. Y de la forma que sé que quiero serlo.

5 comentarios:

Lautaro dijo...

ejale, esa es mi mujer! Jejeje. son tan weones algunos hombres, no? miren que achuncharse con la media mina, ojalá yo conociera el medio mino y que a la vez lo admirara. o sea, si más encima me ama, no podría ser más feliz. pero bueno, esa es la perspectiva gay del asunto.
veamos que dice un "macho recio" que debería venir debajito de este comentario, no? :D
Bear hug,

sombra_de_mi dijo...

Quiero aprovechar de aclarar una cosita... yo no me considero de las minas brillantes de mi curso, para nada. De hecho, hasta estuve a punto de casarme. Menos mal salió gente al camino y todo se fue a las pailas. Pero desde entonces me he dedicado a pensar harto y me he dado cuenta de que me falta muuuuucho camino pa llegar a ser seca, inteligente o muy versada en ALGÚN tema... y también tengo claro que me falta afinar la puntería en torno a qué, cuándo y cómo lo digo!!

P dijo...

Yo no puedo estar con alguien que no admiro.

Como pareja digo.

Y que me admiren.

Dijiste "Pensar más te concientiza, muchas veces de tu tontera, de tus límites, de lo mucho que te falta por avanzar."

Esa para mí es la definición perfecta de inteligencia, por más que dijiste que pensar no te hacía más inteligente.

Ser inteligente no es ser encilopédico lleno de datos Rossa.

Ser inteligente, ojo, para mí, es saber cómo responder en tu entorno.

Es saber cuando mantenerse callado como dijiste en el párrafo siguiente.

Y cuando hablar.

Derrepente y "por default" lo más "sabio" es siempre callar, a menos que estés muy aburrida, quieras ser pesado e irónico o simplemente tengas ganas de descuartizar la pelotudez recién pronunciada por algún pelotudo o pelotuda.

Yo gozo callando.

Gozo guardando mis teorías.

Porque no tengo que cansarme exponiéndolas.

Y porque todavía no encuentro algo mejor que la mayéutica para convencer a alguien.

Hacer que el otro diga lo que tú quieres decir.

Hacer que el otro hagas lo que tú quieras que haga.

Y ahí entramos (nos perdemos) en la idea de poder.

Y a mí, en este minuto me encantaría PODER ir a dormir.

Pedro



pd: no supe tu nombre

P dijo...

Cuando me llamó...
Cuando me di cuenta...
Cuando te encontré...
En cuanto te vi...

Es lindo estar pensándote.

Roja.

Forrada en rojo.

Y mañana bostezando verbos.

Lagañeando adjetivos.

Nunca entendí el complemento directo.

Que duermas extremadamente bien.

Aunque te hice esperar, aunque a ratos di jugo, fue muy grato conversar contigo.

Escucharte en música.

Cuando me crecieron alas.

Volé.

C.- dijo...

Me pareció super interesante tu planteamiento...
Dios mío que chucha quieren los hombres heterosexuales ¡¡¡
Vaya uno a saber...gracias a Dios no tengo ese problema, pero si otros...desde todos los lados de la calle han diversas perspectivas
Valoro muchísimo que expreses la tuya con honestidad y Fuerza
Tu nuevo lector