martes, 20 de diciembre de 2005

Lunes otra vez

Aborrezco los días lunes.
Los he odiado desde chica.
Eran mis días favoritos para faltar al colegio. Me hacía la enferma y listo. "San Lunes" le decía mi nana.
Siguen siendo mis días de más baja productividad laboral.
Se me hacen largos, tediosos, insufribles.
Lo único bueno, quizás, es enterarse de las cosas buenas del fin de semana. De las copuchas ajenas. Contar y recordar las propias.
Este lunes amanecí con otra disposición. No sé por qué.
Quizás porque me desperté sola, antes que el maldito reloj gritón que no perdona, y pude dedicar unos minutos a ordenar mis pensamientos. Esos, que desbocados y como un torrente, siempre me sorprenden incluso antes de que mis ojos se abran. Es inconmensurable la cantidad de cosas que me da por pensar en esos segundos de duermevela. Tareas, ilusiones, latas y expectativas se mezclan con una fuerza que a veces, simplemente, me aplasta contra mi cama.
Hoy no.
Abrí los ojos plácidamente, y una plegaria de agradecimiento brotó sola, espontánea, desde lo más profundo de mi alma.
Soy creyente, pero no fanática. Y por eso mismo, la oración me pilló tan desprevenida que me llegué a asustar. ¿Me iré a morir?
Una vez fuera de la cama, me lavé el pelo con calma y deleite. Mi hermana entró al baño y tuvimos una conversación como de matrimonio. Trivial, entre pasta de dientes, ríos de espuma y recuentos del fin del semana. Me cae la raja mi hermana. A pesar del historial nebuloso que tuvimos en el pasado, a pesar de lo poco que nos vemos a causa de nuestros trabajos con horarios distintos, a pesar de que todavía tiene actitudes que no entiendo y cambios de genio explosivos y demoledores que me descolocan. Es buena onda, y sé que la vida para ella no ha sido nada de fácil. Tan depresiva, tan estresada, tan cambiante, tan hermosa y atormentada por este don/castigo. Tan distintas las dos.
Frente al espejo, decidí establecer un cambio en mi imagen. Hice la partidura de mi largo cabello a un lado y me puse un pinche tomando los rebeldes semi rulos que me llegan mucho más abajo que los hombros.
Luego, frente al clóset, dediqué más de un minuto a pensar qué me iba a poner. Más arreglada de lo común, partí haciendo juego, casi ridiculamente, en cuanto a cartera, chaleco, aros y anillo se refería.
En el auto me acordé de algo que había olvidado. El perfume. Pero qué tonta. Si es algo tan esencial para mí. Menos mal andaba con una Polo Sport Woman chica en la guantera del auto, no recuerdo por qué absurda razón, así que en el semáforo más próximo el asunto quedó cubierto.
Al ritmo de U2, y haciendo planes para su próximo recital, el Pelao la Jose y yo llegamos al trabajo.
Primera cosa. Entré a la oficina de Alejandro, mi jefe/amigo.
- Fiuuuuuuu. Sombra, te prohibo que te vuelvas a peinar así...
- ¿Por qué Alejo?
- Te pareces demasiado a la Bolocco...
- ¿Y eso es bueno o malo?
- Osea, depende... ¿dónde dejaste al viejito?
- Jajajajajajaja.....
Me encontré con Shy en el pasillo. Me miró de arriba hacia abajo, de vuelta. Me saludó cariñoso. Está bronceado el hombre. Viene llegando de un viaje de negocios. Tan buenmozo y sonriente, por un segundo volví a recordar por qué me atraía tanto. Es simple, es niño, es transparente, es sólido como una roca y sé que me quiere mucho. Lamentablemente no de la forma en que me hubiese gustado, todavía a veces me imagino cómo será morir un poco en sus brazos, respirar en su boca, mirarme en sus ojos de aguas tranquilas y mansas. Me acerqué y le acomodé la corbata.
- Te ves bien hoy
- Tú también, Sombra
- Gracias
Me hizo un gesto divertido, y se alejó silbando una marcha militar.
Busqué a la Cecilia pero no la encontré, al parecer tuvo que ir a hacer unos trámites. En medio de las averiguaciones, apareció la Angélica.
- ¡¡Bienvenida a la familia!! - gritó abrazándome, mientras otros miraban, desconcertados
- ¡¡Angélica!! ¡¡Cállate!!
- ¿Qué onda? - preguntó la Eugenia, atraída por los gritos de la loca de mi amiga
- Nada, es que la Sombra salió el fin de semana con mi primo, y le fue de lo más bien - me guiñó un ojo.
Hace meses que la Angélica se propuso buscarme pololo. No tengo idea por qué, dado que en verdad yo no tengo apuros de ningún tipo. Jodió y jodió hasta que hizo que un primo suyo me llamara para salir el viernes que recién pasó. Pato resultó ser todo un descubrimiento, pero esa es otra historia que después pienso relatar con detalle.
Llegué por fin a mi oficina, y apenas me había puesto a llenar unos informes, me llamó Alejo por teléfono.
- Sombra, vente a mi oficina. Trae algo para hacer - agregó.
Le carga trabajar solo. Me llama siempre para que lo acompañe, para que le converse, para interrogarme sobre mi vida sentimental y darme consejos tirados de las mechas y muy sexuales, que me hacen enrojecer a mí y a él reírse como loco. Curiosamente, la única vez que seguí uno de ellos, me fue muy bien. Por eso a veces me gusta molestarlo diciéndole que es mi gurú.
Me honra que me invite a estas reuniones personales. Alejo tiene muchos amigos en la oficina, y siendo hombre como es, desprecia y rehuye a la mayoría de las mujeres que trabajan con él. Que me busque es una especie de homenaje y reconocimiento
- Eres como la hermana que nunca tuve. Y, junto con mi señora, una de las pocas minas que admiro en lo laboral - me confesó una vez. Me caí del asiento, porque lo tengo muy alto en mi escala de valores personales, y mi sueño es llegar a ser como él.
Trabajamos poco y nos reímos demasiado hasta la hora de almuerzo. En medio de todo llegó Shy y se nos unió.
Comimos algo rápido y partimos todos a una reunión general con visitantes de otra empresa que venían a darnos una especie de charla/capacitación.
Luché de verdad por no quedarme dormida. Menos mal Shy se dedicó a molestarme escribiéndome mensajes absurdos en las fotocopias, y metiéndome el lápiz en la oreja, la nariz, de manera que no me quedó otra que poner algo de atención.
En la charla al fin me encontré con la Cecilia, quien interpretó mi nuevo look como éxito seguro en la cita del viernes.
- Esta cabra se nos enamoró - dictaminó.
Llegué a mi casa tarde, pero contenta. Fue un día bueno. Mi madre me esperaba para que la ayudara en varias cosas, pero el cansancio pudo más y cuando entró parloteando sola a mi pieza, yo roncaba como un oso sobre mi cama.
Lunes otra vez.
Un lunes como los que me gusta tener.
Un lunes que me hace valorar las cosas buenas de mi familia, mi trabajo, mis amigos.
Ojalá la semana siga siendo igual de buena. Llena de alegrías sencillas, de personas gentiles, de pequeñas sorpresas que cambian el matiz de las cosas.
Y eso que ni siquiera conté el resto de mi fin de semana, redondo, entretenido, fructífero.
Quizás es cierto que estoy más feliz de lo acostumbrado.
Lo noto en mis escritos anteriores, todos ellos llenos de un positivismo casi meloso.
Y es que casi nunca planeo lo que voy a escribir.
Me siento frente a la pantalla en blanco y expreso lo que se me venga a la cabeza.
Si alguien se siente bien, la raja.
Si alguien se identifica, mejor.
Si a alguien le da lata, qué me importa.
Total, es lunes.
Tiene toda la semana para reencontrarse entre mis letras.
O tal vez no.

3 comentarios:

aprendiz dijo...

Conocerte me ha hecho mucho bien

Gracias, es lindo saber que existes y que para ti existe Domingo

Adriano Nicolás González Hidalgo dijo...

tienes mucho q decir, t postee en el post anterior, y t confieso q no lei este, pero t prometo q mañana lo leo, lo q m trae aca es lo siguiente:

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mi blog esta entre los mejores "BLOGS COTIADIANOS" y el de yleana a mejor "BLOG COQUETO", es por eso q en la pagina http://premiaciondeblogs2005.blogspot.com/ vota por nosotros, laalalalalalal, QUIERO GANAR (hay algo malo en eso?)!!!

Lautaro dijo...

ohhhhhhhhhhhhh. me tienes que contar todo con lujo de detalles!!!!!!!!!!! hasta fotos exijiré!!!
te siento la raja, mi sombri. estoy muy contento por eso.
mi san lunes estuvo bakán. de ahí te cuento.
blessed bear hug,