lunes, 5 de diciembre de 2005

Saudade

Siempre los domingos han sido días que me han sido difíciles de digerir. La presión laboral inevitable que se aproxima, el cansancio de los días recién pasados, generalmente con mucha actividad y trasnoche. Estos últimos domingos han sido especialmente raros, es como si el descanso diera paso a un estado mental vulnerable y frágil que me lleva, desde mi cama y en medio de la oscuridad de mi pieza, a plantearme muchas cosas... dónde se encuentra mi futuro, cómo voy a enfrentar este fin de año, qué va a suceder con todas estas cosas que quedaron volando en medio del aire, sin resolver...
En general intento no dejarme llevar por estos pensamientos, porque con el tiempo he descubierto que de nada sirven... solo me trae angustia el sentir que soy una nave sin rumbo fijo, y la verdad, como me dijo alguna vez un amigo, por muchos planes que tengamos, al final el destino siempre es una ilusión frágil que se quiebra con un suave soplo del viento. Poco es lo que podemos hacer, pocas decisiones podemos tomar sin quedar a favor de las circunstancias y lo que ellas quieran decidir en torno a estos proyectos. Pero no me resigno simplemente a dejarme llevar por los días, a la deriva, sin intentar protagonizar mi historia. Quedan 27 días para que se acabe el 2005 y puedo sacar muchas buenas conclusiones, pero me falta algo. Me falta más.
Será quizás todo lo que he vivido en estos últimos días, las conversaciones que he tenido con distintas personas, que me han dejado meditabunda, preocupada a veces, tranquila en la minoría de los casos. Es así como me enteré de que mi amigo Hugo está preocupado por mí, por mi tranquilidad, por el cariz que ve que toman mis acciones. Hugo cree que he bajado los brazos, que he parado de luchar, que la capacidad, empuje y fuerza que alguna vez me han caracterizado, han cedido frente a una especie de resignación que no le cuadra conmigo.
Tampoco creo que sea malo esto de reflexionar y sentirse un poco perdido, un poco triste, un poco melancólico por el pasado. Saudade le llaman en portugués, y muchas notables canciones en ese idioma han rendido tributo a la gloriosa sensación que te embarga por momentos obligándote a tomar conciencia de lo que es sentir.
Así es. Prefiero estos minutos de sinceridad conmigo misma, de reconocerme a mí misma lo mucho que me falta por caminar, que vivir semi anestesiada por la vorágine y nunca darme un tiempo para parar y conversar conmigo. Con esa yo que vive adentro de mí. Que quiero y odio tanto, que me ha regalado tantas buenas cosas pero que a la vez me ha metido en tantos aprietos. Que me impresiona por su inteligencia, sensibilidad y buenos sentimientos. Que tantas veces se ahoga en el barro de la estupidez, los traumas, la total desubicación. Que es tan capaz. Y a la vez tan inútil. Que ha sido tan fuerte en ocasiones importantes, y tan débil en otras menos trascendentes pero igualmente relevantes.
Por ahora quiero convencerme de que voy a sobrevivir, dejándome, simplemente, tomar de la mano por aquellos que me quieren y me conocen bien, que me desean lo mejor y que saben, como yo, que la perseverancia y la tenacidad son dos de mis cualidades (lamentablemente no muy acompañadas de paciencia); y que siempre, al final, he podido reír, más y mejor cada vez.

1 comentario:

Lautaro dijo...

Mi niña linda: siento que aquello que le falta ya está en camino, no deje que la ansiedad le gane la batalla.
En estos momentos soy el hombre más feliz del mundo, y sé que el hombre con el que estoy juntando caminos siente lo mismo.
"A primera vista" es de todos y quiero/siento que muy pronto la podrás compartir con alguien.
Te amo y ahora tengo más fuerza para acompañarte y desearte todo lo mejor.
Te puedo dar el big bear hug más grande,