miércoles, 16 de noviembre de 2005

Evoluciones

Me está buscando.

Me anda persiguiendo.

Sí.

Uno de los deportistas del otro día quiere más de mí.

Ni cagando.

Aunque Shy me tenga loca con sus hueveos y sus amenazas de que le va a dar mi teléfono.

No quiero.

Sé para donde va la micro. Y me da lata.

Es que me cansé, me harté, me asqueé de este tipo de relaciones.

No quiero más que me digan cosas calentonas al oído. Que me roben besos que no quiero dar, y que me toquen manos que no he buscado.

No soy un pedazo de carne.

Quizás en un minuto de mi vida quise serlo. Buscando. Aprendiendo. Experimentando. Viviendo. Matando fantasmas difíciles de espantar.

Pero ya no.

Ya no hay fantasmas, ya no hay pasado, estoy en paz.

Y por eso mismo creo que puedo, seriamente, mirar hacia adelante sin prestarme para juegos que no necesito jugar más.

Eres bien difícil de satisfacer, ah? me dijeron...

Si pues. Soy difícil de satisfacer.

Porque ya aprendí lo que quiero y lo que valgo.

No quiero más a un hueón que me diga rrrica con ese tono horny que francamente me descompone.

No quiero más un hueón que se vista, cruce la puerta y del cual no vuelva a saber más.

Ni hueones que se preocupen más de pasarlo bien ellos que de mí. Que no me hablen. Que no me miren. Que no pregunten lo que quiero y lo que me gusta que hagamos, dentro de la cama y fuera de ella. Pero especialmente dentro de ella.

He quedado demasiado machucada. De cuerpo y de alma.

Porque esto muy juego será, pero igual cobra un precio.

Porque muy liberal seré, pero también soy mujer, y una cosa como genética en mí tiende a pensar en el sexo como un nexo más que corporal.

La hueona inconsecuente pensarán los que me han leído antes, desde hace tiempo.

No sé. Demás. Quizás la pendeja que ha madurado, la perdida que se ha centrado, la nublada que se ha despejado. Aunque sea un poco.

En todo caso me gusta esta nueva manera de pensar.

Me habla de más autoestima de mi parte, de más equilibrio, de un proceso que se ha cerrado para abrir paso a la estabilidad.

Sola o acompañada.

Y no es un tema moral ni religioso.

Es más bien que ahora tengo claro lo que quiero de un hombre. Sé perfectamente lo que puedo dar.

Si encuentro alguno que tenga lo que quiero, y quiera lo que tengo, bingo.

Por ahora, lo único que anhelo oír, es mi nombre, o mejor dicho, el diminutivo de mi nombre, en mi oído.

Con esa mezcla embriagadora de ternura, pasión y admiración que hace tiempo que no escucho.

Eso es, por lejos, lo mejor que a mi ego le podría pasar.

2 comentarios:

Lautaro dijo...

no te siento para nada inconsecuente. toda la razón y está muy bien lo que estás sintiendo. te mereces alguien maduro y que corresponda que la inteligencia y belleza que tienes. basta de pasteles!
siento que me digo a mi mismo esto.
bear hug,

P dijo...

estoy anotando

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