miércoles, 23 de noviembre de 2005

Primavera, verano, otoño, invierno... y primavera otra vez

Pensar que ya me había despedido del invierno.
Parkas y bufandas relegadas a lo más profundo del clóset, estaba resignada a derretirme poniendo la mejor de mis caras. No lea mal, me gusta el verano. Los días largos, las piscinas y la fruta, sentarse en el jardín o reunirse en torno a la parilla para conversarse una cerveza bien helada...
Pero la lluvia... la lluvia es otra cosa. Hoy amaneció el cielo gloriosamente encapotado, y a la hora en que salí de mi casa, algunos gruesos goterones anunciaban lo que se aproximaba.
Llegué al trabajo tan feliz que algunos pensaron que me había ganado el kino o que estaba pololeando (la gente siempre asocia la felicidad a estas dos primeras variables, qué loco).
Como a las tres de la tarde tuve la suerte de salir al exterior, y presencié el mejor espectáculo de los últimos tiempos. El cielo, más azul que nunca. Enormes nubes como ovejas. Una brisa que hacía bailar las hojas de los árboles produciendo ese ruido tan característico que pareciera que te envuelve. Los cerros como que querían comerme, de puro cerca que se veían. Respiré bien profundo, sacando pecho, como si fuera a gritar con todas mis fuerzas. La lluvia se había llevado el perfume artificial de la ciudad y me había dejado esa increíble mezcla de tierra, pasto, agua, vida...
Corrí adentro. "Oye, vengan a ver acá afuera" "¿Qué onda, Sombra?" "Na po... el cielo está la raja". Los pocos que se dignaron levantar las cabezas de sus escritorios, suspiraron como tratando de justificarme, pobrecita la cabrita que ha estado sometida a tanto stress, entendámosla, y volvieron a lo suyo.
Saqué una silla para afuera, mi reproductor mp3 infaltable, y me instalé cual lagartija al sol, con Silvio Rodríguez en mis orejas, a gozar del minuto. El primer minuto de ocio laboral que me dedico en ene tiempo. Porque no fue más que eso. Sin darme cuenta estaba cantando a todo pulmón....
Al final de este viaje en la vida quedarán
nuestros cuerpos tendidos al sol
como sábanas blancas después del amor...
(...)
quedamos los que puedan sonreír
en medio de la muerte, en plena luz...
De repente, una especie de sexto sentido me hizo abrir los ojos. Frente a mí, el Pelao se ahogaba de la risa y me apuntaba con el dedo: "¡¡La cagaste pa desafinada!!"
No me quedó otra que sacarme los audifonos y reírme con él... no sin antes acercarme bien rápido, pegarle un buen empujón por desubicado, y correr, más rápido que el viento, previniendo su inevitable venganza de deportista rudo y amigo un poco bruto.

3 comentarios:

Unknown dijo...

Hola Sombra,
En lo de Curiyork se rajó lloviendo hace dos días, toda la noi, casi me mato!!!, adoro los inviernos, los vientos, los kilómetros de cielos dibujados, ha sido suficiente.

Los kilómetros de felicitaciones por su blog, que ahora empiezo a jalar.

bendito ravotril

P dijo...

hola

=)

Lautaro dijo...

ese pelao, está pa' darle un tacle apenas me lo presentes.
desafinada mi niña?! fuck off, dumb!
por acá también llovió pero hoy hubo un día calurosisímo y yo con chalas y pescadores, todo el ´día en la U montando una presentación y después exponiendo y vieno la catarsis de otros compañeros cuando les tocaba su parte. hasta tres lloraron. es que la profe es nuestra Sociedad de los Poetas Muertos personal. la adoramos. oh my capitanatress!
me gustó mucho mucho su post, refresca las lluvias.
bear hug,